Trabajo. Vida social. Vida familiar. Ejercicio. Nutrición. Apariencia. Actualización. Cansancio. Y no bastan las 24 horas y sigue de nuevo. Inexorablemente avanzan el reloj y el calendario.Y van terminando los días y no se siente que se hizo nada o se siente que faltó mucho por hacer.Y de las prisas, solo queda el cansancio y para muchos, la depresión.¿Suena conocido?
He estado pensando mucho en ello a raíz de lo acontecido con el vuelo de Germanwings: un hombre aparentemente fundido por sus mil demonios internos, obsesionado por ocultar sus problemas de salud, enfermo de depresión sumado a la ansiedad generada por lo parece ser era la espada de Democles de un diagnóstico médico que le impediría seguir siendo piloto. Y decidió marcharse de esta vida y llevarse con él a muchos cienes de personas, las que viajaban con él, los seres queridos de todas ellas y muchos de sus colegas.Una tragedia innecesaria.
El catedrático, filósofo y teólogo alemán de origen coreano Byung-Chul Han, nacido en 1959,ha escrito un corto y complejo libro que se llama “La sociedad del cansancio” el cual uso de referencia hoy.Aunque fue escrito en Alemania, este libro fue votado el mas importante del año en Corea en el año 2012.Dice Han que “El exceso de trabajo y el rendimiento se agudizan y se convierten en auto explotación. Víctima y verdugo ya no pueden diferenciarse”. Que cosa seria ¿no? Pero ciertamente creo que tiene razón, es el propio ser humano,aquel que vive en la abundancia, (el pobre no tiene tiempo para esto, simplemente se agota porque trabaja demasiado) quien tiene esta relación con sí mismo. Mas frecuentemente sucede que la fatiga excesiva, las presiones que se imponen voluntariamente, mas las impuestas externamente llevan a la frustración, al agotamiento y no pocas veces, a la depresión. Y se puede tornar en un círculo vicioso.
Mas aún, el catedrático dice que nuestra sociedad ya venció las enfermedades de antes y ahora ya no tenemos infecciones, sino “infartos”, una sociedad poblada de transtornos tales como el “burnout” (fundirse-quemarse), el trastorno de la atención, la hiperactividad y la depresión entre otros.
Es impresionante que hoy en día, cuando uno saluda, es muy común que en vez de contestar “Bien, gracias” la respuesta frecuente suele ser “ En carreras” “De afán” “Con mil cosas…” “Con un cansancio…” y peor aún, para muchas personas, es ello fuente de “Status”. Como que se han confundido las prioridades en la vida.Se tienen las obligaciones normales y además muchos sufren la agonía de querer el físico perfecto, la casa perfecta, el auto perfecto, la ropa perfecta, la familia perfecta…etc. etc. etc. Mucho de lo cual cobra aún mayor importancia, por las redes sociales.
Y ahí viene otra esclavitud, por supuesto autoimpuesta: la de estar permanentemente en la vitrina, en el escaparate. Este es un tema que el filósofo toca en “La sociedad de la transparencia”: “Hoy el ser ya no tiene importancia alguna. Lo único que da valor al ser es el aparecer, el exhibirse. Ser ya no es importante si no eres capaz de exhibir lo que eres o lo que tienes. Ahí está el ejemplo de Facebook, para capturar la atención, para que se te reconozca un valor tienes que exhibirte, colocarte en un escaparate”.
Pareciera ser que se equipara la esclavitud del 24-7 y de todas las perfecciones antes mencionadas, mas la notoriedad de las redes sociales, con la felicidad. Mas también pareciera ser, que, en vez de felicidad o satisfacción, termina siendo únicamente cansancio. Agotamiento. Falta de espacios para compartir con los seres queridos, con alegría y con cariño, sin necesidad de “perfección”. Falta buscar espacios recreativos y de distensión,sin la ansiedad de compartirlos en las redes sociales.
Dice Hang que muchos han escogido “la mera vida, frente a la vida buena”.
¿Usted que opina?