Si cada cosa ocurriera como a mí me hubiera gustado
o como la hubiera planeado
nunca experimentaría algo nuevo.
Mi vida sería una repetición infinita de viejos resultados.
Cuando cometo un error experimento algo inesperado.
Algunas veces reacciono frente a mis errores como si me hubiera traicionado.
Mi temor a equivocarme parece basarse en la suposición secreta de que soy
potencialmente perfecto
y que bastaría sólo un poco de cuidado para no caerme del cielo.
Pero un ‘error’ es un manifiesto de lo que soy,
es un bache en el camino que intento,
es una advertencia de que no estoy
tomando en cuenta mi realidad.
Cuando haya escuchado a todos mis errores.
Habré crecido.
Hugh Prather
Ultimamente me he estado encontrando con frecuencia con el tema de la perfección o la excelencia. Pienso que la búsqueda de la perfección es un acto fallido desde su incepción por cuanto ninguno de nosotros es perfecto, mucho menos es capaz de actuar con perfección de manera sostenible. Entonces en vez de ser inspiración pasa a ser sufrimiento. También pasa a ser una tortura para los que nunca pueden quedar bien: familia, amigos, colaboradores, etc.
También vemos como alguien encuentra al “hombre perfecto” “mujer perfecta” “colaborador perfecto”, etc. etc. toda la lista de los perfectos. Hasta que un día, ¡bang! llega el gran descubrimiento ¡no hay tal perfección! Lo cual en mucha gente causa mucha rabia interna y dificultad de perdonarse. Tal vez si no se hubiera entusiasmado definiendo la persona perfecta, la cual no existe de todos modos, le hubiera ido mejor. Y ni que hablar de la obsesión con el físico perfecto…no importa las cirugías, el ejercicio, las dietas, el atractivo físico depende de los demás, no de quien se obsesiona con su propia visión de la perfección física.
Tengo un querido amigo, creativo publicitario, pintor y escritor, que era famoso porque por lo general alrededor de la 1 a.m. aparecía por la oficina a decirle al equipo que se estaba trasnochando: “yo tener una idea por usted” (el español no era su idioma nativo). Esa inocente frase quería decir que nada de lo que se había trabajado servía ya, había que empezar de nuevo. Al final, aunque todo hubiese ido fantástico, su sensación siempre era de fracaso, de no haber hecho lo que debería. Era triste, porque es un ser tremendamente talentoso, pero sufría él y sufría su equipo. Los éxitos hay que celebrarlos, nos nutren el corazón y el espíritu. La alegría que da la sensación de haber logrado lo mejor, deber tener un espacio siempre.
Cuando el perfeccionismo domina, la baja autoestima merodea por cada esquina. Tanto del perfeccionista como de sus víctimas. Ante todo el perfeccionista tiene una gran necesidad de aprobación de otros. Necesita ser reconfortado constantemente. Lo que mas detesto son los perfeccionistas a posteriori. Los que no tuvieron nada que contribuir con algo, pero así que se dieron los errores, tiene todas las respuestas de lo que “se debió haber hecho” Todos somos sabios y perfectos a posteriori, cuando ya se tiene el 100% de la información.
Dalí decía “No temas a la perfección. Jamás la alcanzarás” que sabias palabras de este loco. El perfeccionismo también paraliza, porque hasta cierto punto causa miedo escénico, miedo de parecer tonto, de fracasar, de no ser valorado, de perder respeto. A veces se pierden las horas y los días y las semanas, buscando la manera de empezar. Claro, hay errores de errores y consecuencias de consecuencias. Es mucho mas dramático equivocarse como neurocirujano que como cualquier otra cosa, casi. Cuando se pone en peligro la vida, es otro el criterio, aunque también toca actuar con celeridad y tomar decisiones precisas, ya que frecuentemente no hay tiempo que perder. O sea, frecuentemente, no hay tiempo para parálisis por análisis.
¿ Y como hago para aprender? Aprendiendo de los errores, los míos y los propios. Por mucho que se estudie y se esfuerce, no se aprende sin la pedagogía del error.
Y bueno, hay errores que tienen perdón, por otros tal vez nunca nos perdonaremos o no nos perdonarán. Mas allá del arrepentimiento, queda la lección. Por fea o dura que sea. Y tal vez a la próxima no tropezamos con la misma piedra. Tal vez.
Y usted ¿cómo anda con la obsesión con la perfección?
La voz perfecta en el empaque imperfecto.
“>Susan Boyle. Yo sueño un sueño.
Mil disculpas se hizo una actualización de la inserción de videos y aún no la domino.