El Internet y los medios sociales han traído consigo la posibilidad de que verdades salgan a la luz y se propaguen muy rápidamente, ha creado acceso a información que antes estaba guardada bajo siete llaves, ha facilitado maneras de difundir información, lo cual incluye a los soplones. Los que aparecen en los medios y los que no. Algunos han llegado al extremo de quitarse la vida como Aaron Swartz, el activista de 26 años que se suicidó por la persecución implacable de las autoridades de EEUU por haber bajado de los archivos de MIT y hacer accesibles, artículos que estaban protegidos y a la venta.
Dice el New York Times que Swartz argumentó "que a veces era necesario romper las reglas de la obediencia al sistema con el fin de evitar el mal sistémico. En el caso de Swartz el sistema no era una empresa sino un sistema para la difusión del conocimiento hasta entonces embotellada que debería haber estado disponible para todos. Swartz participó en un acto de desobediencia civil para liberar a ese conocimiento, con el argumento de que "no hay justicia en el seguimiento de las leyes injustas. Es hora de salir a la luz y, en la gran tradición de desobediencia civil, declaramos nuestra oposición a este robo privado de la cultura pública ".
A través de estos soplones el mundo se ha ido enterando de multiplicidad de acciones que tal vez nunca se hubiesen sabido. Sino que lo digan los mandatarios de Alemania, Brasil, México y no sé cuantos mas.
Es también a través de internet, que muchas compañías reciben denuncias sobre conducta impropia de sus altos ejecutivos. Solo en los últimos dos meses me he enterado de primera mano de dos gerentes generales de importantes empresas multinacionales con sede aquí en Costa Rica, que fueron despedidos de sus puestos por acusaciones por abusos de poder que iban en contra de las políticas y procedimientos de las compañías, hechas por “whistleblowers” o soplones, que después por supuesto fueron investigadas y corroboradas, por la casa matriz europea en un caso y de Estados Unidos en otro caso, con el consiguiente desenlace. En ambos casos, hubo muchos suspiros de alivio y muchas sonrisa, pero ante todo, la sensación de que se había hecho justicia. Dos hombres que abusaban del poder y de camino pisoteaban a su paso a sus colaboradores y traicionaban los intereses de sus empleadores. Zas, se fueron para casita, porque soplones se sintieron protegidos por la anonimidad de una página web y pudieron dar la voz de alerta. Claro está, en este caso, las empresas si tomaron acciones. Cuantas acciones de corrupcion y abuso de poder a nivel gubernamental se pueden denunciar, ¡pero prosigue la impunidad!
Entonces ¿son héroes o villanos? ¿Héroes para quien, qué y porqué? ¿Villanos para quien y porqué? Alguien que delata algo que considera está mal, ¿es bueno o es malo? Y si delatan acciones que quebrantan las leyes, ¿son culpables? Entre otras variables, pareciera que la edad es determinante para verlos de un modo u otro. La revista Time hizo un estudio en que se reveló que el 70% de las personas entre 18 y 34 años veían a Edward Snowden como alguien que había hecho algo bueno, 43% consideraba que no debería ser perseguido por la ley.
Muchos de estos nuevos héroes o villanos, son veinteañeros, expertos en tecnología, con ideas muy claras de cómo, en su opinión, debería funcionar el mundo, con acceso a aquello que los de otra generación tal vez no tienen el conocimiento para lograr. Esta nueva generación de "soplones" cree que la transparencia y la privacidad son los fundamentos de una sociedad libre. Y por contraste, la vigilancia encubierta y el secreto son un símbolo del Gran Hermano que controla todos nuestros pasos. Y frente a la percibida tiranía del estado fisgón, entre otros, viene la respuesta rebelde del soplón, cuya protesta es precisamente publicar, quitar el velo de lo oculto y sacar a la luz. Es una guerra sin armas, una guerra de máquinas y palabras, pero con efectos sumamente complejos.
Y usted que piensa ¿son héroes o villanos?