El otro día me tocó ver a una señora que cada vez que entraba a un sitio electrónico desde su celular se encontraba con páginas llenas de textos y letras realmente minúsculas.
Fue este sábado en la mañana.
De unos treinta o cuarenta años de edad, ella iba chequeando su Facebook y el muro de noticias, donde aparecen lo que sus amistades y contactos (porque ahí siempre hay de todo revuelto) habían subido.
Con una miopía evidente, que delataban sus gruesos lentes, la señora mantenía la pantalla del smartphone a buena distancia de lectura. Pero de vez en cuando tenía que acercar el movil y leer casi encima, prácticamente oliéndolo de tanto que se veía obligada a acercarlo.
Luego volvía a la posición original. Y de nuevo, cuando me daba cuenta, lo volvía a poner casi sobre su cara.
Me llamó la atención y me fijé.
El problema que tenía era que de vez en cuando encontraba que alguien había recomendado alguna lectura en el Face y, cuando ingresaba a un link, la letra de la página que se encontraba era tan pequeña que parecía diseñada por trogloditas que olvidan las penurias de sus lectores.
Claro, para la señora era muy sencillo: dejaba el sitio y volvía a atrás.
¿Cuánto tiempo había permanecido en el sitio? Menos de 15 segundos.
Ella es "un problema real" para las estadísticas de tráfico que se obtienen a través de Google Analytics y que seguro los encargados de esos sitios prefirieren esconder a sus jefes o a los potenciales anunciantes, si quieren monetizarlo, pues les baja el promedio de tiempo que permanecen los usuarios en él.
En estos casos olvidan que las páginas electrónicas deben cumplir requisitos de usabilidad, lecturabilidad y fácil navegación.
Además, que las páginas deben estar diseñadas para ajustarse automáticamente a los smartphones, a las phablets, a las tablets, a una netbook, a una laptop, a una PC y hasta una pantalla de TV inteligente.
Y que, incluso están advertidos, el buscador Google castiga a las páginas electrónicas que no están optimizadas para los diferentes dispositivos de los usuarios. Tan fácil que es hacerlo bien.
Mínimo debemos entender que la mayoría de la gente entra a la web desde sus móviles.
Según datos que los representantes de Telefónica comentaban, en Costa Rica el 77% de sus clientes tienen un smartphone y usan Internet móvil; asimismo, el consumo de datos acá es igual que al consumo de sus clientes de Guatemala, El Salvador, Nicaragua y Panamá juntos.
La expansión de los servicios de datos en el país lo que ha demostrado es que el acceso a la web desde dispositivos móviles es intensivo.
El problema es que no todo el mundo tiene vista 20/20 y, para la señora, que el inconveniente se presentaba con varios sitios a los que ingresaba.
Ella repitió aquella tortura cibernética dos o tres veces más: entraba a un contenido que le llamaba la atención, ponía la pantalla casi en su nariz y abandonaba casi de inmediato el sitio, para seguir revisando el Facebook.
Aunque el dispositivo era una phablet, tan grande que parecía una galleta club o una tablet pequeña, la señora no sabía nada de pellizcar la pantalla para agrandar el texto. Ni tenía por qué. Además, no es su problema que los sitios estén mal diseñados.