Durante muchos años fue un secreto bien guardado. Sin embargo, en las últimas décadas los costarricenses hemos ido conociendo algunos secretos del ropero, el tocador y el joyero de doña Corrupción.
Hablemos del ropero...
Uno de los trajes predilectos de esta anciana es el de la legalidad. Con esta prenda de vestir proyecta una imagen de elegante apego a leyes, códigos, reglamentos, normas, jurisprudencia, estatutos, preceptos, reglas, edictos, disposiciones y debidos procesos. Todo un toque de distinción.
Además, posee el sensual vestido de la transparencia. Con él luce diáfana, luminosa, translúcida, clara, nítida, cristalina. Es de una sola pieza, sin dobleces, pliegues ni dobladillos. La limpidez y la pureza en su más refinada expresión.
De cuando en cuando se viste también con un conjunto cautivador: enagua de ética y saco de moral. Se la aprecia recta, derecha, honorable. Difícil resistirse a su encanto y coquetería.
Hablemos también del tocador...
Allí su favorita es la crema de cinismo con la que se pone una mascarilla de inocencia. Efectiva, muy efectiva, su cara de yo no fui.
Nunca falta el perfume de dramaturgia que le da a su piel un inconfundible aroma a candidez, ingenuidad, inocencia y sencillez.
¿Qué decir de los polvos de pobrecita yo que le ayudan a ahuyentar los tufillos de la mala fe, la persecución y la prensa?
Hablemos, por último, del joyero...
Le encanta ostentar con el brillante collar del "bien común". Ella sabe que deslumbra.
Gusta de despertar envidias con los lujosos aretes del "desarrollo". Ella sabe que cautivan.
Exhibe siempre el anillo de la "verdad". A prueba de todo tipo de lavado.
Otro día hablaremos del esposo y los hijos de doña Corrupción... ¡Vaya familita!