Es fácil hacer leña del árbol caído. Y ciertamente hoy no costaría nada hacer leña de la imagen de la presidenta Laura Chinchilla, quien ayer sin lugar a dudas vivió uno de los momentos más oscuros de su administración. Sería más constructivo ofrecer soluciones, consejos, sugerencias. Sin embargo eso parte del supuesto de que al otro lado hay alguien dispuesto a escuchar. Y doña Laura ya nos ha dejado muy claro que ella no escucha.
La presidenta Chinchilla cumplió ayer su compromiso de no darle la espalda al pueblo costarricense. Porque para dar la espalda, primero hay que dar la cara. Y doña Laura evitó eso a toda costa con las barricadas y cordones de seguridad que regó por todo el centro de Alajuela. Ciertamente la presidenta la veía venir, con el anuncio por redes sociales de que los presentes en el Parque Juan Santamaría le darían la espalda durante su discurso de ayer. Pero la solución de la Presidencia de acordonar Alajuela y permitir que solo un puñado de niños llegaran al parque (sin sus padres de familia), resultó en un agravio no solo para los locales sino para todo el país. Añadiendo insulto a la afrenta, doña Laura agradeció al puñado de presentes "por habernos acompañado con tanto respeto y fervor". Como dijera ayer Ignacio Santos en un muy oportuno editorial, para eso mejor ni hubiera ido a Alajuela.
Es cierto que la presidenta mecere respeto. Pero el respeto es una calle de dos vías. Y ya los costarricenses están hartos de una Presidencia que durante tres años los trata de tontos. Lo de ayer, nuevamente citando a Santos, fue echarle paja seca a una hoguera que ha venido conflagrando por varios años. Y las declaraciones de doña Laura hoy en el programa de Amelia Rueda dan fe que la presidenta no escarmienta, acusando a grupos "anarquistas y socialistas" por el bochorno de ayer. La arrogancia y prepotencia parecen obnubilar por completo el juicio de doña Laura.
¿Y dónde están sus asesores? Pues ahí tenemos a Francisco Chacón afirmando que no tiene la más mínima idea del por qué la presidenta es impopular. O Roberto Gallardo tuiteando el miércoles que Costa Rica es el país más feliz del mundo "Le duela a quien le duela! :-)" (sí, con todo y carita feliz). Y en ese mismo país de las maravillas, el ministro del MOPT se niega a ir a Grecia a dar explicaciones por la muy cuestionable concesión de la carretera a San Ramón alegando que teme por su seguridad. Y el ministro de la Presidencia... ¿quién era? La verdad es que dime con quién te rodeás y te diré quién sos. El equipo que rodea a doña Laura es un fiel reflejo del caracter de la mandataria.
Y es que el descontento nacional no viene de un grupúsculo de anarquistas y socialistas haciendo berrinche porque una empresa privada se hará cargo del manejo de la carretera a San Ramón. Yo soy liberal. Creo en las concesiones privadas de obra pública. Sostengo que el Estado no puede ni debe hacerse cargo de la ampliación y mantenimiento de vías nacionales como la General Cañas y Bernardo Soto. Pero esta concesión entregada a la brasileña OAS Ltda es indefendible.
Tomando únicamente en cuenta la inflación del dólar desde el 2004, el valor original de la concesión de $266 millones rondaría hoy en día los $320 millones. Sin embargo la concesión fue cedida a OAS a un precio de $525 millones. Claramente el valor de los costos de construcción han aumentado más en esta década que la inflación, por lo que la cifra de los $320 millones debería verse como un piso. Pero también es cierto que se redujo significativamente el alcance del contrato original. A eso súmele los informes técnicos del CONAVI que fueron ignorados, el hecho de que el ministro del ramo fuera empleado de OAS, el lobby que vino a hacer el expresidente Lula da Silva a favor de la constructora brasileña, etc. Son muchas las irregularidades y los cuestionamientos, y el gobierno no ha sabido o querido aclarar todas las dudas.
Soy firme partidario de las concesiones, pero también estoy muy consciente que estas en manos de políticos irresponsables y corruptos se prestan para todo tipo de abusos. Y parece que, ante la desaparición de CODESA, los gobiernos del PLN han visto en las concesiones a su nueva gallinita de los huevos de oro ―aunque ahora salgan oportunísticamente Johnny Araya y Bernal Jiménez a decirnos que ellos se oponen a la de San Ramón. Sí, claro.
Ya es muy tarde para rescatar la imagen de la presidenta Chinchilla. Doña Laura será recordada como una de los peores gobernantes de la Segunda República. Sin embargo eso no significa que las cosas no se pueden deteriorar aún más. Y la arrogancia y soberbia con que la presidenta Chinchilla ha encarado esta crisis, no solo constituye una falta de respeto para los costarricenses, sino que prometen agravar el creciente ambiente de crispación social.
Cuando los gobernantes se burlan de los ciudadanos, estos les pierden el respeto. Doña Laura, por favor, dé la cara. Abra los ojos. Escuche. Preste atención. Y más importante aún, rectifique.