El anuncio de Intel de que retiraba de Costa Rica su operación de manufactura no estuvo exenta de polémica. ¿Fue culpa nuestra que ese gigante tecnológico decidiera hacer las maletas e irse para Asia o no había nada que podíamos hacer al respecto? Que la noticia se confirmara apenas dos días después de la apabullante victoria de don Luis Guillermo Solís enrareció aún más el ambiente. Para peores, el mismo día Bank Of America también anunció su salida (1.500 empleos perdidos). ¿"Campaña del miedo"?
Las palabras de Mike Forrest, gerente de Intel, vinieron a calmar los ánimos: "No había nada que Costa Rica pudiera hacer". Intel está pasando por una etapa de reacomodo corporativo debido a los desafíos que enfrenta ante los cambios tecnológicos producto de un mundo que cada vez usa más tabletas y smartphones y menos PC. A la compañía le agarró tarde para hacer estos ajustes y ahora debe tomar decisiones difíciles como cerrar la planta costarricense y consolidar operaciones en Asia. No obstante, como dijera mi amigo Oscar Beeche, el rompimiento fue como cuando el novio le dice a la novia, "no sos vos el del problema, soy yo". Y así, muchos se fueron a dormir menos angustiados la semana pasada.
La cuestión es que sí somos nosotros los del problema, por más que queramos hacer las del avestruz y evadir la realidad. Sí, Intel está en un proceso de reacomodo, pero tampoco es que está luchando por su supervivencia como algunos han querido hacerlo parecer. El precio de su acción (que refleja la confianza de los inversionistas en la viabilidad económica de la empresa), se encuentra en su segundo punto más alto de los últimos 5 años. Y basta con ver las declaraciones que los mismos personeros de la empresa venían haciendo desde hace varios años quejándose del costo de servicios como electricidad y de la incertidumbre jurídica alrededor de nuevos impuestos para darnos cuenta de que el país estaba perdiendo atractivo ante los ojos de la empresa.
En el 2011 Intel manifestó su preocupación por el alto costo de la electricidad en el país. En ese entonces Forrest fue muy claro, "Cuando uno ve los precios de servicios públicos que pagamos en Costa Rica comparado con lo que pagan nuestras subsidiarias en Malasia, Vietnam o China, son significativamente más altos aquí en Costa Rica que en el resto del mundo". Pero más revelador aún fue la declaración del representante de Intel de que en el 2010 dicha empresa decidió no realizar "una gran inversión" en Costa Rica debido a "políticas fiscales inciertas" (léase, "anuncio de más impuestos por parte de la administración Chinchilla"). La pregunta obvia es la siguiente: si Intel hubiera realizado esa gran inversión en el 2010, ¿se habría ido del país tan solo 3 años después?
En la misma entrevista de Forrest con El Financiero, se puede leer entre líneas la razón primordial de la salida de la compañía:
¿Había algo que el Gobierno pudo ofrecer para que Intel reconsiderara?
"Tenemos una muy buena relación con el Gobierno. Trabajamos con el Gobierno respecto a qué se podía hacer para cerrar la brecha de competitividad. Al final no había nada por hacer ".
Queda a cada quien interpretar dicha respuesta. Para mí queda claro, una vez que vemos las declaraciones que la empresa venía haciendo sobre costos e incertidumbre desde hace varios años, que llegó un momento en que Intel se dio cuenta de que no se le podía pedir peras al olmo y decidió buscar otros rumbos. La presidenta Chinchilla, por su parte, creyó que con solo retar a Intel a invertir más se iba a quedar en el país. Ya sabemos cómo tomó la empresa el reto presidencial.
Admitámoslo: Costa Rica tiene un serio problema de competitividad. Basta ver los principales indicadores mundiales para caer en cuenta. En el índice Haciendo Negocios del Banco Mundial (que, como el título lo indica, mide la facilidad de hacer negocios en el país), Costa Rica está en la posición 102 de 189 países, por debajo de Zambia y Kirguistán. En el apartado particular de "cumplimiento de contratos" estamos de 130 y en "facilidad en el pago de impuestos", nos ubicamos de 136. A Hard Rock Café le tomó 9 meses obtener los permisos de SETENA y mucha gente me ha dicho que más bien tuvo suerte.
Y ni hablemos de infraestructura: según el Reporte de Competitividad Global, Costa Rica está en la posición 105 entre 148 países en cuanto a calidad de infraestructura ferroviaria, 125 en calidad de carreteras y 128 en calidad de puertos. Han pasado 2 años desde que el contrato de APM Terminals para construir una terminal de contenedores en Moín fue refrendado por la Contraloría y aún la SETENA no da el visto bueno. A esto sumémosle que en Costa Rica pagamos la electricidad y los combustibles más caros de la región.
Al ver las reacciones ante la partida de Intel, pareciera que muchos creen que le estamos haciendo un favor a los inversionistas que vienen a hacer negocios al país. Para ellos, las empresas vienen a Costa Rica porque abolimos el ejército y el 25% del territorio nacional son áreas protegidas. La verdad no peca pero incomoda. Costa Rica lleva años perdiendo el brillo de ser un lugar atractivo para la inversión extranjera. Depende de nosotros si despertamos del sueño en que nos encontramos.
ACTUALIZACIÓN: Ya trascendió que la razón por la que Bank of America se va del país no tiene nada que ver con supuestos requisitos de Washington de migrar empleos de vuelta a EE.UU. como condición del rescate financiero que recibió dicha institución en el 2008. Dicha versión fue esbozada en primera instancia por CINDE. Ahora el vicepresidente de BofA ha aclarado que se van del país porque no les era rentable continuar acá. Es decir, por un problema de competitividad de Costa Rica como centro de operaciones. Queda el mal sabor del accionar de CINDE en este caso y la duda de si la salida de otras empresas ha sido maquillada a través del cabildeo de las autoridades.