Ayer los diputados aprobaron en primer debate un proyecto de ley para desincentivar el ingreso de capitales al país. Lo inexplicable del asunto es que la decisión se da en momentos en que los dólares están saliendo de las economías emergentes y más bien hay que tomar medidas para convencerlos de que se queden. El voto es una muestra más de que tenemos una Asamblea Legislativa totalmente detrás del palo.
Como muchos ya lo habrán notado, el dólar se ha venido apreciando en las últimas semanas. La razón es sencilla: lo que determina el valor del dólar en Costa Rica (hasta cierto punto) es la oferta y la demanda. Cuando el tipo de cambio estuvo pegado a los ¢500 en el último par de años (el límite inferior al que el Banco Central permite que dicha divisa pueda cotizarse), la razón era que la economía nacional estaba inundada de moneda estadounidense. Ahora que ha empezado a subir, se debe a que en el mercado interno hay menos dólares que antes.
¿Por qué antes había más dólares y ahora hay menos? La razón primordial ha sido que la Reserva Federal de EE.UU. (el Banco Central de ese país) desde el 2009 ha implementado una política de dólar barato a través una serie de estímulos monetarios. En lenguaje sancarleño, la FED ha venido imprimiendo dólares como si no hubiera mañana, con tal de estimular la economía estadounidense. Irónicamente, uno de esos estímulos es establecer la tasa de interés en casi cero, lo cual tiene el efecto de que mantener la plata en EE.UU. genera muy pocos rendimientos. Por lo tanto, mucho inversionista ha agarrado sus dólares y se los ha llevado a economías emergentes donde las tasas de interés son más altas y, por ende, las ganancias de invertir en bonos y otros valores financieros son mayores.
Sin embargo, tras cinco años de inundar con dólares a la economía mundial, la FED ya empezó a cerrar el chorro. En diciembre comenzó a disminuir uno de los estímulos monetarios (el llamado relajamiento cuantitativo, que consiste en comprar todos los meses $85.000 millones en bonos del Tesoro de EE.UU. y otros valores) y la discusión gira en torno a cuándo aumentará la tasa de interés. En su momento, Ben Bernanke, el recién salido presidente de la FED, dijo que consideraría un incremento en la tasa de interés cuando el desempleo llegara al 6,5%. En este momento está en 6,6%, aunque nadie espera que la nueva presidenta de la Reserva Federal, Janet Yellen, cumpla la promesa pronto de llegar a esa marca. Sin embargo, el resultado de toda esta discusión es que la plata que durante todos estos años salió de EE.UU. buscando ganancias afuera está regresando como si la succionara una aspiradora.
Ahora, es necesario aclarar que gran parte de los movimientos bruscos en el valor del dólar estas últimas semanas al parecer tuvo mucho que ver con la torpeza con la que el BCCR compró dólares para el sector público, lo que sacudió el tipo de cambio y creó cierta incertidumbre. Vale recordar que el BCCR cuenta con el monopolio en la compra de dólares para el sector público no financiero, por lo que estas transacciones son normales. Sin embargo, el Banco Central debería planificarlas de tal forma que no causen remezones cambiarios, como ha ocurrido en estos días. Esto además reafirma uno de los problemas con nuestro mercado cambiario: es muy pequeño y hay varias ballenas dentro de la pecera que fácilmente pueden causar estos socollones en el tipo de cambio con una sola transacción.
Pero como señaló ayer Rodrigo Bolaños, presidente del BCCR, el contexto externo nos indica que la era del dólar barato se acabó. Ahora tenemos que acostumbrarnos a una moneda estadounidense más cara y a sus consecuencias: precio de combustibles al alza, al igual que el servicio de deudas en dólares y el costo de productos importados, etc. Es por eso que la decisión de ayer de los diputados es un monumento al absurdo, como lo indica este comunicado del Grupo de Economistas. En momentos en que habrá menos dólares en la economía, la Asamblea Legislativa aprueba un proyecto para desincentivar la llegada de divisas al país.
Se supone que la legislación evitará la entrada de capital especulativo, pero no lo define por ninguna parte, dándole una discrecionalidad enorme al BCCR para determinarlo. Pero el efecto más nocivo es que de aprobarse, se estaría revirtiendo un pilar fundamental del sistema económico de las últimas dos décadas, que es la apertura de la cuenta de capital. Un inversionista difícilmente meterá plata a un país si le ponen trabas para poder sacarla. Aún cuando la herramienta no se vaya a usar, el mensaje que se envía es nefasto.
Algo me dice que ayer durante el debate legislativo hubo pocas menciones sobre la FED, el retiro del estímulo monetario, el efecto que está teniendo en economías emergentes, el posible aumento de la tasa de interés en EE.UU., y todos los demás factores detrás del contexto internacional que moldea esta discusión. No me imagino a ningún diputado citando ayer el editorial de The Economist de la semana pasada sobre este tema.
La verdad sea dicha: mejor hubiera sido si los diputados decretaran un nuevo receso hasta el 30 de abril a medianoche.