Usted, ¿para que educa a sus hijos/as? ¿Qué es lo que espera de esa educación en el futuro? ¿Qué trabajen en un buen lugar, o que pongan un negocio propio? ¿Cree que los está educando para que ellos puedan elegir entre cualquiera de las dos opciones? Pues, se equivoca. La educación en la actualidad sigue estando enfocada al trabajo asalariado, a “hacer lo que le piden”, a cumplir con los estándares (y mientras más bajos, mejor).
Lamentablemente la educación formal no está creando emprendedores y probablemente nunca lo hizo. Los emprendedores se desarrollaron, a pesar de su educación. En esa misma línea, el sistema educativo actual no ha cambiado mucho respecto de lo que ocurría hace unos 20 o 30 años. Si bien la tecnología ha constituido un verdadero aporte en el acceso a información de los jóvenes, no ha contribuido a mejorar la forma de enseñar; solamente hemos incorporado la tecnología a los procesos y métodos de antaño. Así el resultado quizás es mejor (y no puedo asegurarlo) por la facilidad del acceso a la información, pero no por la calidad de los análisis o la capacidad de convertir esos datos en aprendizaje.
Los indicadores educativos se asocian tradicionalmente a la capacidad de los estudiantes de resolver problemas avanzados (para su edad). Y de alguna forma esos resultados se dan, pero no porque exista aprendizaje sino porque los obligamos a “repetir” y “memorizar” temas que al momento no corresponden a su edad cronológica, o bien sin relevancia en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Aun seguimos memorizando las fechas de los hechos históricos en vez de analizar su significado y el entorno en el que ellos se dieron. Si de algo vale, quienes “aprenden” más son los padres que (les) hacen las tareas con (a) los hijos. Las consecuencias de este sistema son simples y visibles: algunos estudiantes logran resolver y aprobar los cursos, pero al año siguiente (cuando no al semestre siguiente), no recuerdan nada de lo aprendido. Estamos cambiando notas por aprendizaje.
Así, seguimos manteniendo un sistema educativo que no enseña a pensar, a razonar, a aprender, sino a memorizar y a usar mecánicamente la tecnología.
Necesitamos urgentemente un nuevo modelo. Que los estudiantes aprendan a utilizar su intuición, que se acostumbren a crear sus propias respuestas y contrastarlas con las de otros, que aprendan de sus errores.
Hablando de emprendedurismo en los más jóvenes, existen experiencias relevantes en donde la matemática se enseña con problemas de la vida cotidiana que tienen que ver con comprar, vender, invertir, ahorrar, etc. La historia es una obra de teatro donde los protagonistas son los estudiantes quienes recrean los hechos relevantes. La educación, pensando en una educación emprendedora, es demasiado importante como para no repensarla desde diferentes perspectivas. Pero por el momento, enséñele a sus hijos valores y vívalos con ellos. De nada sirve prohibir a los hijos el pelo largo si el papá anda con el pelo largo, ¿no les parece?