Cada vez es más frecuente encontrar grandes empresas que searticulan con su cadena de proveedores, que incluso capacitan como mecanismo para mejorar sus sistemas de proveeduría y que además sirve para que las pequeñas empresas mejoren su eficiencia y productividad, abriéndose también una puerta para nuevos negocios. Sin embargo, esta no es una práctica de todas las empresas grandes, ni siquiera de la mayoría. Dado que hay una obvia ganancia conjunta de este tipo de relación, la pregunta es, ¿Por qué no es una práctica generalizada?
Lamentablemente en algunos países centroamericanos aun setiene la percepción de que existen filas de posibles proveedores, y si uno no funciona, habrá muchos en la puerta esperando por la oportunidad. Aunque esto no deja de ser posible, también lo es que cada vez que cambiamos de proveedor hay un período de aprendizaje que no es gratuito, y que involucra tiempo y recursos. Además, la falta de fidelización de los proveedores (o cualquier otro colaborador), siempre deja la posibilidad abierta a que ante una mejor oportunidad, éste lo abandone. Lo anterior también genera un nuevo costo de selección y capacitación. Además, la desconfianza entre empresas puede llegar a niveles que rozan lo ridículo. Es claro que muchas de ellas compiten en los mercados (a veces los mismos), pero a veces se ocultan información que se puede obtener en Internet en 5 minutos. Este es un tema en el que también hay que trabajar.
De otro lado, es cada vez una tendencia más fuerte la de la subcontratación, que desde la perspectiva de la gran empresa, reduce costos y puede aumentar la eficiencia general del negocio. Finalmente, las pequeñas empresas que actúan como contratistas o outsource también tienen la flexibilidad y potencialidad de adecuarse a diferentes tipos de oferta. Todo ello permite vislumbrar un mercado creciente e interesante para relaciones colaborativas entre pequeñas y grandes empresas.
Sin embargo, la necesidad de fidelizar a los componentes de la cadena de valor de las grandes empresas se hace indispensable si ellas desean competir con éxito en los mercados globales. En contar con equipos ampliados competentes y comprometidos es el reto de las empresas del siglo XXI. Para pequeñas empresas que buscan mejorar su competitividad, fortalecer sus alianzas con otras empresas y ampliar su conocimiento de cara a los nuevos desafíos de un mercado ampliado, fortalecer estas relaciones también supone beneficios. Sin embargo, ello no está exento de costos. A veces estas relaciones se pagan con exclusividad (lo que limita otras operaciones), o el mismo tiempo que se invierte en esa relación impide desarrollar otras nuevas. Tener clientes grandes es siempre bueno, pero uno solo del que dependa toda su operación. Por ello la necesidad de diversificar para las pymes.
Entonces, ¿Qué hacer para lograr estas relaciones de mutua cooperación entre grandes y pequeñas? Los incentivos económicos son siempre una opción, aunque no en todos los casos la mejor y sin duda tampoco la única. Entornos de trabajo flexibles, aprendizaje colaborativo (es decir, aprender en la construcción colectiva), pero sobre todo, la transparencia en las relaciones, la comunicación permanente. Así, los problemas se resuelven antes de que se hagan grandes.