La relación entre las pymes, los nuevos emprendimientos, la generación de empleo y la economía informal es tan íntima y sólida que hablar solamente de uno de estos temas es caer en lo que siempre hemos visto tanto entre los “académicos” como en los gobiernos de la región; esa visión parcial que ha hecho que hasta el momento no tengamos una verdadera política de fomento que articule a todas estas variables y que no siempre están en manos del mismo ente.
La agenda subregional mipyme centroamericana señala la necesidad de “...desarrollar esfuerzos para promover el fortalecimiento de la competitividad de las micro, pequeñas y medianas empresas…”, pero ellas no pueden ser competitivas si se mantienen en la informalidad, generando empleo precario o si se ubican en sectores de baja productividad y con poca capacidad de acumulación.
Las buenas noticias tienen que ver con el esfuerzo de entes internacionales como la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que han puesto como un tema clave de su agenda internacional el de la economía informal. Los esfuerzos por la formalización, tanto públicos como privados (p.e. los empleadores), no solo van en el camino hacia la competitividad, sino que en las acciones a desarrollar se generarán resultados secundarios como la mejora en la operación del sector público (mayor articulación entre las distintas ramas del mismo), y la mayor articulación público-privada. En Costa Rica en particular el esfuerzo por unificar el fomento es sin duda una iniciativa muy relevante, que esperamos tenga la inteligente implementación que se requiere para unificar políticas y recursos.
La evidencia internacional muestra que la formalización es parte del proceso de desarrollo de las empresas, que se hace más vigoroso cuando la economía crece de manera estable y sostenida, por lo que las políticas deben orientarse en lo fundamental a asegurar el crecimiento. Y ello es probablemente el mensaje más claro a los gobiernos hacia políticas que lo sostengan. También para los emprendedores que ven en una economía vigorosa el estímulo esencial para crear nuevas empresas.
Las malas noticias tienen que ver con un fenómeno que se ha visibilizado mucho más gracias a las redes sociales, aunque ha estado en nuestra sociedad desde hace mucho tiempo: la corrupción. Lamentablemente, y a diferencia de lo que señalan muchos, la corrupción no es un fenómeno aislado en un entorno donde la mayoría está libre de ella. Todo lo contrario, la corrupción se ha vuelto una enfermedad endémica de nuestras sociedades y afecta de manera sustancial a las economías y a los individuos que actúan en ellas. Y el problema no es su presencia, ya que como toda enfermedad, erradicarla es casi imposible; lo terrible es la impunidad, es decir, la falta de acciones y medidas eficaces para combatirla y por tanto, la sensación de quienes la ejecutan de que no hay sanción y por tanto, no hay problema en mantenerla y hasta extenderla. Los casos emblemáticos de corrupción en toda la región pasan por las (grandes) empresas, los gobiernos, y la simbiosis entre ambos: Caval y Penta (Chile), la trocha (Costa Rica), el caso de la presidencia y vicepresidencia de Guatemala, Rosenthal (Honduras), Odebretch (Brasil y otros varios países de la región), etc.
Lo peor de ello es que cuando se presenta esta sensación de impunidad, los más pequeños en sus ámbitos microeconómicos de acción también imitan estas prácticas, convirtiendo la corrupción en un fenómeno masivo.
En ese sentido, el mensaje para el año 2016 para los Estados es el de fortalecer la institucionalidad (pero no con mas burocracia) con más inteligencia de negocios, mejor uso de los recursos y fiscalización (no persecución); con una visión enfocada en vez de dispersa (muchos gobiernos disgregan sus políticas –y recursos- para mostrar logros en todo). Desde la sociedad civil, un mayor y mejor uso de las redes sociales para visibilizar las malas actuaciones de empresas y/o Estado (ya que han demostrado un mejor desempeño que la propia prensa), y desde el sector privado acrecentar el esfuerzo que ya ha iniciado en varios países por contribuir en la formalización de las pymes y alejar las malas prácticas de informalización de actividades de algunas granes empresas.