EscucharAunque casi siempre el implementar políticas para las empresas tiene un efecto diferenciado dependiendo de si la empresa es grande o pequeña; una de las que sí tiene efecto es transversal entre grandes y pequeñas es la simplificación de trámites para lograr que todas las empresas puedan o bien formalizarse, o crecer.
Sin embargo es una queja permanente que no se logran avances significativos en el tema. En muchos casos existen trámites en los que algunos de sus pasos no agregan valor, es decir, sería lo mismo que pase por dos manos en vez que pase por tres. En esos casos existen o bien intereses creados, o cuellos de botella que impiden una gestión expedita. En otros casos, por ejemplo donde la empresa está asociada a temas de alimentos o salud, requieren de una inspección, y el señalamiento que se hace desde las instituciones es que hay muy pocos inspectores. Pero si ello es así, ¿es una buena medida que las empresas que inician esperen mientras que es posible hacer la inspección? ¿No existe otra alternativa a tener que detener el impulso de las nuevas empresas? ¿Alguna vez se ha analizado cuantas personas están asociadas a trámites respecto de cuantas hay para hacer las inspecciones? ¿Esa relación será la óptima?
Lo peor de todo es que una vez que la empresa tiene la suerte de inscribirse y formalizarse, la probabilidad de que le llegue una inspección de cualquier tipo es mínima (casi inexistente), es decir, cuando es más importante la inspección -que es cuando la empresa ya se encuentra operando-, casi nunca le llega un inspector, sin embargo, cuando la empresa “no existe” si es necesario hacer la inspección, ¿no es acaso una paradoja?
Desde el lado de las instituciones, simplificar no significa eliminar puestos, sino eliminar procesos. Y es probable que eso nunca se haya explicado adecuadamente, o bien que existe una “zona de confort” en la que ya no se quiere cambiar nada en la administración. En todo caso, ambas opciones no son las mejores, por lo que es necesario o bien explicar, o bien sacudir a las instituciones para que se coloquen a la altura de los requerimientos actuales.
Simplificar supone dejar solo los procesos que “agregan valor” es decir, los que son indispensables para la correcta inscripción u trámite a realizar. Por ejemplo, en todos lados piden una fotocopia del documento de identidad; pero si los sistemas de cómputo de las instituciones del Estado se encuentran interconectados, ¿no es más sencillo solo dar el número de la identificación para que aparezcan en pantalla los datos relevantes?
En los bancos un procedimiento normal se ha convertido en una complicación. Por ejemplo, un depósito de US$ 500 dólares puede ser “sospechoso” y el cliente es sujeto de un interrogatorio para saber de dónde salió ese dinero. Sin embargo, si va a pagar ese mismo monto de su tarjeta de crédito no le hacen pregunta alguna, ¿por qué? Si se quere un mayor control de sus operaciones es mas facil ver el lugar de la transferencia o el nombre del emisor del cheque y hacer controles cruzados.
Debemos invertir la lógica de los trámites. Si la empresa se va a crear, pídale lo mínimo, ayude el impulso emprendedor. Pero eso sí, una vez inscrita, hágale inspecciones. No perdamos el tiempo en atrasar la creación de empresas.
