De los 33 países de América Latina y el Caribe que la CEPAL registra en sus estadísticas, el año 2011 Costa Rica ocupó el puesto 13 en el PIB per cápita de toda la región y el 8 de los países Latinoamericanos (excluyendo al Caribe). ¿No es acaso un logro importante a destacar? Costa Rica no es un país pobre, es de renta media. Y eso es resultado de un conjunto de acciones que a lo largo de los años ha consolidado una situación favorable del ingreso.
La razón detrás de la “idea” de abandonar el grupo de países de renta media es que saliendo de ella, el país -eventualmente- podría recibir más ayuda del exterior. ¿Acaso los países hoy desarrollados lograron esa situación por la ayuda extranjera? Aquí hay algo que no está bien, esa mentalidad de buscar todo regalado no le hace ningún favor ni al país, ni a sus instituciones y mucho menos a sus empresas.
Hace algún tiempo, me topé con dos “perlas” sobre el tema. Por un lado, luego del terremoto de Cinchona, un miembro del gobierno se dejó decir que Estados Unidos había ayudado poco. ¿Es que acaso es una obligación? Tiempo después, una persona que pedía dinero en una esquina se acercó a solicitarme un apoyo económico (por cierto, se veía una persona saludable). Al decirle que no, me dijo, “y después se quejan cuando los roban”. Nuevamente, pareciera que es una obligación y por lo tanto, no hacemos nada por salir nosotros mismos de nuestros propios problemas.
Costa Rica ya logró posicionarse en el concierto internacional como un país de renta media; por lo tanto, debemos actuar en consecuencia desarrollando políticas con visión de futuro, estrategias innovadoras y alianzas que agreguen valor a nuestras acciones. Las políticas de fomento pueden perfectamente enrumbarse bajo ese paradigma. Si bien es cierto que se necesitan recursos, más importante es desarrollar una estrategia y establecer alianzas que potencien nuestras ventajas competitivas. Logrado ello, los recursos vendrán por añadidura.
El país hizo grandes avances en el pasado que han permitido llegar a esta situación expectante en el concierto mundial. No debemos retroceder, todo lo contrario.