El gobierno griego de Alexis Tsipras terminaba de perfilar este martes los detalles de un programa de reformas alternativo al plan de ayuda internacional en marcha desde 2010, bajo la atenta mirada de Alemania.
El ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, alertó el martes a Atenas de que la Unión Europea (UE) no negociaba un "nuevo programa" de reformas con Grecia, la víspera de una reunión en Bruselas entre las autoridades griegas y los dirigentes de la zona euro.
Todo parece encaminarse hacia un enfrentamiento entre Grecia, cuyo primer ministro prometió devolver el orgullo a los griegos frente a los acreedores del país, y una Alemania decidida a mantener la ortodoxia presupuestaria en la UE.
"No estamos negociando un nuevo programa. Ya tenemos un programa", declaró Schäuble, para quien los acuerdos cerrados en 2010 y 2012 continúan vigentes. El dirigente alemán hizo estas declaraciones en la reunión de los ministros de Finanzas y grandes banqueros del G20 en Estambul.
"Tiene razón", aseguró poco después también en Estambul el comisario europeo de Asuntos Económicos y Financieros, Pierre Moscovici, quien abogó, en un tono más conciliador, por "negociar en un marco colectivo, común, que ya existe, y es el del programa en curso".
Tsipras, por su parte, mantuvo una conversación por teléfono, calificada de "amigable y constructiva", con el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker.
El nuevo ejecutivo, liderado por el partido de izquierda radical Syriza, se someterá a medianoche (22H00 GMT) al voto de confianza del parlamento sobre las declaraciones de política general del primer ministro, que ha prometido el fin de la austeridad y menos imposiciones de sus principales acreedores (UE, BCE y FMI), que han prestado al país más de 200.000 millones de euros desde 2010.
Antes de este voto, los sondeos publicados muestran que ocho de cada diez griegos aprueban el discurso de política general y apoyan al gobierno griego en la negociación, al tiempo que una mayoría se muestra favorable a alcanzar un acuerdo con la eurozona, pero no descarta una salida de Grecia del euro.
Y, mientras tanto, los detalles del plan griego comenzaron a filtrarse en los medios de comunicación. Una fuente del ministerio de Finanzas griegos indicó que este proyecto no tenía nada de "radical", sino que era "lógico".
Grecia aceptaría respetar en torno al 70% de sus compromisos de reformas, y el otro 30%, calificado de "tóxico", sería remplazado por una serie de reformas a elaborar en concertación con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), cuyo secretario general será recibido el miércoles por Tsipras.
Atenas desea poner en marcha toda una ingeniería financiera para aligerar su deuda, que supera el 175 % de su PIB, y para mantenerse a flote hasta la entrada en vigor de su plan el 1 de septiembre.
Sin embargo, el gobierno griego ha evocado hasta el momento dos líneas rojas: cumplir únicamente con un excedente primario del 1,5% del PIB, contra el 3% previsto este año, y tener las manos libres para hacer frente a la "crisis humanitaria" en el país con medidas valoradas en 2.000 millones de euros.
Los griegos, en cambio, parecen dispuestos también a hacer concesiones semánticas.
"Nosotros hablaremos de una financiación-puente, ellos (la UE), de 'extensión técnica'", avanzó la fuente del ministerio de Finanzas, apostando así por una solución que permita a cada una de las partes mantener las apariencias.
Optimista, la bolsa de Atenas cerró con una subida de casi el 8%, impulsada por la expectativa de un compromiso entre Grecia y sus socios europeos. Sin embargo, la agencia de calificación Fitch situó la nota griega en perspectiva negativa, al considerar que las negociaciones con Bruselas se presentan "muy difíciles".