A falta de mes y medio para que cominece la campaña, los candidatos presidenciales de los partidos que lideran las encuestas han iniciado con un discurso muy parecido: todos están hablando de sanar las heridas internas.
Tras los procesos internos de los partidos Unidad Social Cristiana, Acción Ciudadana y Movimiento Libertario, y el roce del candidato oficialista de Liberación Nacional con Casa Presidencial, estos aspirantes presidenciales parecen tener un solo objetivo: presentarse como líderes, a lo interno y a lo externo (en menor grado), y en las últimas semanas han querido mostrar su cara más conciliadora.
Johnny Araya, en su discurso de ratificación del 29 de julio, apeló a ello al declarar que buscaba un gobierno de “unidad nacional”. El lunes siguiente anunciaba conversaciones con diputados libertarios y socialcristianos, y en la siguiente semana recibió el apoyo de la bancada legislativa del Partido Accesibilidad Sin Exclusión; mientras las diferencias entre “arayistas” y “aristas” parecieran haber pasado a un discreto segundo plano.
En la acera socialcristiana, Rodolfo Hernández, aun tras haber superado con 54% de los votos en la convención interna a Rodolfo Piza, lo eligió como candidato a la vicepresidencia. Luego, el 26 de julio anunció dos nuevos “asesores”: Rolando Laclé y Danilo Chaverri; el primero, ministro de la Presidencia de Rafael Ángel Calderón, y el segundo ocupó el mismo puesto con Miguel Ángel Rodríguez, lo que pareciera intento de salir al paso a las críticas de ser un delfín del calderonismo.
En el PAC, Luis Guillermo Solís, incluso cuando era precandidato, anunciaba ser quien tenía “capacidad mayor para unir” a su partido y a la oposición. Durante el largo conteo de la convención, aclaró que apoyaría a Juan Carlos Mendoza si este ganaba y, al ser ratificado, el 29 de julio, habló de “cerrar las heridas del PAC”, empezó conversaciones con la fracción rojiamarilla en el Congreso, tendió puentes a los otros tres precandidatos y al líder histórico, Ottón Solís.
“Los tres tienen fisuras fuertes, con escenarios diferentes. Mientras el PUSC tiene una unión facial, que no creo que sea sostenible, y el PAC tiene una fusión que pareciera ser más orgánica –y depende mucho de Ottón y Epsy Campbell– en el PLN el enemigo está adentro, porque hay un sector del arismo que quedó afuera”, comentó el politólogo y analista Gustavo Araya.
El libertario Otto Guevara y el candidato del Frente Amplio, José María Villalta, con menos escollos internos, buscan otra retórica. Guevara, decano de los candidatos presidenciales, regresó al “lenguaje popular” y Villalta apela a la indignación popular con su #HayEsperanza.
“Esta campaña es tan rara, porque los candidatos como Araya o Hernández, tienen el problema que uno todavía no sabe para dónde tiran”, apuntó Manuel Rojas, investigador de Flacso.
Rojas alegó que Solís lleva la delantera en definir su perfil: aunque invita a ciudadanos a hacer contribuciones, enlista 14 ejes temáticos donde busca trabajar. Araya apenas ofrece en su sitio web un espacio a simpatizantes para aportar ideas a su plan de gobierno; Hernández no. Mientras, Guevara y Villalta presentan agendas programáticas más trabajadas, pero que corresponden al mensaje histórico que han transmitido sus partidos.
Será hasta octubre cuando los aspirantes presidenciales empiecen a debatir y el discurso empiece a replantearese. Así, a mes y medio de empezar la campaña, nada muy concreto se ha dicho.