Por tres meses a partir del 1 de julio, Tributación prueba con un grupo de 35 voluntarios su software de facturación electrónica.Forma parte de un programa progresivo para hacer obligatoria la factura digital a quienes ejercen liberalmente su profesión, que podrán escoger alguna de las soluciones ofrecidas por el mercado o la gratuita que proveerá el Fisco. Según conversaciones informales con autoridades fiscales, en una segunda etapa los profesionales podrán pasar de la factura de papel a la electrónica por su voluntad, y en la tercera la Administración los forzará a dar ese paso, probablemente en el primer semestre del 2014.
Quisiera resaltar la gradualidad con que está actuando Tributación. El borrador de resolución que hará obligatoria la factura electrónica se envió en consulta a los colegios profesionales a finales del año pasado y mi impresión es que las observaciones recibidas han sido valoradas concienzudamente. A diferencia de otras decisiones fiscales que se impusieron a ritmo de tambor batiente, en esta ocasión se está actuando con encomiable prudencia, sin precipitaciones, pero sin perder el tiempo.
Otro ejemplo: los responsables me han dicho que una vez que concluya el plan piloto trabajarán para que el software gratuito sea “multinavegador”; esto es, que pueda ser leído no sólo por Explorer sino también por Safari, Google Chrome, Mozilla, etc., cumpliendo así con el principio de neutralidad tecnológica que exige tanto el sentido común como la ley 8454.
Con igual prudencia deberíamos reaccionar los profesionales, empezando por adquirir un certificado de firma digital (entre $39 y $96, según la entidad financiera afiliada a Sinpe donde lo adquiera). Hay que hacer cita con unas dos semanas de anticipación, dedicar entre 20 y 35 minutos al proceso de registro, y hay que aprender a usar el lector y la tarjeta. ¡No lo haga la víspera de que sea obligatorio!