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¿Quién dice que el único vestido de la realidad es el eterno debate costarricense en torno al déficit fiscal? En ocasiones pareciera que así es, sobre todo cuando se ve tanta tela por cortar, en este asunto, entre Zapote y Cuesta de Moras.
Tampoco es que esa dama posea solo dos trajes, el anterior y el de la disputa Uber-taxistas, en el cual puntadas van, puntadas vienen; un ovillo de nunca acabar.
No se crea que la señora se conforma, entonces, con tres conjuntos: los dos ya mencionados y el de la recurrente discusión sobre el tipo de cambio. En este caso los diferentes sastres y costureras utilizan la cinta métrica que más les convenga para bajar o recortar el ruedo.
Seguramente usted la ha visto lucir también la blusa del precio de los combustibles y la falda del desempleo, prendas que en determinadas épocas lava al final de la tarde, seca de noche y plancha de mañana para reutilizar durante varios días seguidos.
No obstante, es dueña de un ropero muchísimo más equipado. El menú informativo de El Financiero esta semana es evidencia de ello...
En nuestras páginas, de papel y digitales, damos cuenta de otros atuendos de la realidad que vale la pena admirar con atención:
- Lo que ocurre en el dinámico mundo de las franquicias nacionales.
- Los pasos que dan los 'malls' en pro de atraer compradores en tiempos de consumidores cada vez menos fieles a los locales de venta.
- Los nuevos planes de Saúl E. Méndez en Costa Rica.
- La filosofía gerencial que aplica Ronad Zurcher Gurdiánen la compañía Zurcher Arquitectos.
- Las razones por las cuales fracasan las empresas familiares.
- La evolución que tiene lugar en la industria de la tecnología de la información.
Si bien se trata de una indumentaria que la realidad no exhibe cada semana sobre la pasarela nacional, este vestuario es útil para extraer, analizar y aplicar lecciones en su empresa.
El atavío de la realidad va más allá del debate, los problemas irresueltos, las reformas estancadas. Sirve también para vestirse de soluciones concretas y prácticas. Ese es uno de los compromisos con que nació El Financiero el lunes 13 de marzo de 1995.
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