La participación de mujeres en las empresas del país es mayor en empleos calificados que requieren preparación académica.
Fuera de labores técnicas, de servicios, ventas o empleos elementales, las mujeres representan un grupo casi tan grande como el de los hombres cuando se observa el sector de profesiones científicos o intelectuales.
En ese sector, a diferencia del resto donde persisten las brechas de participación, la representación de mujeres, de un 49%, es casi idéntica a la de los hombres. Se trata de un fenómeno contrario al del resto de las ocupaciones, donde la participación femenina era de un 33% para el último trimestre del 2015.
El panorama esperanzador desentona con un escenario de tonos oscuros en que las mujeres trabajan menos horas que los hombres, ocupan menos puestos de poder y ganan menos, pero en el que también empiezan a borrar distancias, y dibujar líneas igualitarias de participación laboral.
Los datos se desprenden de la nueva Encuesta Nacional a Empresas (ENAE). La investigación, divulgada por vez primera por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), permite acercarse al empleo privado a partir de datos facilitados por empresas con más de diez trabajadores.
Más mujeres, mismas barrerasEvelyn Salas es profesora en la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Costa Rica. Desde hace tres años coordina un programa llamado Mujer en la Ingeniería que impulsa a mujeres a participar en un espacio dominado tradicionalmente por hombres.
Salas lidera una iniciativa que visita colegios, se reúne con universitarias y prepara charlas para romper mitos y plantear nuevos retos a la fuerza laboral para el país.
“Las ingenierías estamos muy enfocadas en el impacto social y sabemos que es altísimo. (...) Hay que abrir el panorama, porque el aporte social y económico que genera la participación femenina es enorme”, afirma.
Lo hace a pesar de que aún percibe barreras que limitan el reclutamiento de la mujer en las empresas y de que se siguen identificando límites sociales.
Por ejemplo: una mujer tiende a asumir retos, como el cuido a adultos mayores o niños, que plantean barreras más complejas que las que enfrentan usualmente los hombres.
“Eso explica por qué las mujeres que se han insertado al mercado de trabajo son, en general, las que tienen un mejor perfil”, considera Natalia Morales, investigadora del Programa del Estado de la Nación. “Un mejor trabajo permite resolver temas de cuido: reciben mayores ingresos y eso les permite enfrentar mejor esos obstáculos. A las mujeres sin estudios el mercado no les compensa para cubrir esas otras barreras que tienen”, considera.
Los datos de la Encuesta Nacional a Empresas destacan cómo la participación laboral femenina tiende a ser de solo un tercio entre trabajadores de servicios, vendedores o en empleos elementales (como la limpieza y la jardinería), pero de un 49% en el caso de científicos e intelectuales y de un 47% para administrativos.
Son espacios con mejores salarios y –usualmente– mejores condiciones laborales.
La remuneración neta promedio de una mujer que desarrolla labores científicas era de ¢773.454 para el último trimestre del 2015, mientras que el de una mujer encargada de labores elementales como la limpieza o la cocina era de ¢270. 273.
Sin embargo, borrar las brechas de participación es solo el primer paso: trabajar en las distancias salariales, de poder y en las dificultades para disfrutar de horarios flexibles que tienen las mujeres sigue siendo elemental.
Por ejemplo, las mujeres trabajan menos horas extras que los hombres. Mientras que los hombres registran un promedio de ocho horas extras por mes, las mujeres solo registran dos.
“No trabajan más porque tienen personas dependientes”, recuerda Alejandra Mora, ministra de la Condición de la Mujer. “Otro indicador es que trabajan jornadas parciales”.
“ Está absolutamente vinculado a eso, y mucho del acceso a los puestos de decisión y de poder está relacionado a ello. Una mujer que acepta un puesto de decisión necesita tener un horario mucho más flexible” dice, y subraya en la encuesta que solo un 31% de los puestos de gerencia y dirección son ocupados por mujeres.
Las mujeres, además, reciben salarios brutos menores que los hombres (en parte porque trabajan menos horas extras).
Las remuneraciones salariales son, en promedio, un 9% menores que las de los hombres, pero en el caso de los puestos de dirección, gerencia, de operarios o puestos de artes mecánicas los salarios brutos son casi un quinto más bajos a los de los hombres.
¿Qué pierde la economía?
No solo se trata de una pérdida en la equidad social, sino también en un posible aporte al crecimiento económico del país.
“En este país apostamos todavía al empleo para la mitad de la población –que son hombres– y a casi un solo tercio de las mujeres. Los países que han hecho una puesta al crecimiento, lo han dirigido a este sector desperdiciado,” subraya la ministra de la Mujer.
Según el INEC, para el primer trimestre de este año solo un 35% de las mujeres pertenecían a la fuerza de trabajo costarricense. Entre ellas (poco más de 800.000 mujeres), una de cada diez carecía de empleo.
Para Mora, el apoyo a programas de educación y cuido es una herramienta clave para aumentar esas cifras de participación.
“Yo creo que también es importante que la gente se entere del impacto a nivel social y económico que puede generar ese aporte que falta”, agrega Salas, profesora de Ingeniería. “ Hay muchos ejemplos de mujeres exitosas que han logrado hacer grandes aportes a la sociedad y tenemos que resaltarlos cada vez más”.