Hoy día no hay país ni ciudadano capaz de aislarse por completo. Los avances en la comunicación y el acceso a tecnologías globalizadas han hecho que las fronteras se erosionen a ritmos inimaginables, y poco a poco hemos dejado de ser ciudadanos de un país, y nos hemos convertido en ciudadanos del mundo.
Esta apertura implica nuevos retos, sobre todo para las oxidadas estructuras de la mayoría de los gobiernos, cuya función siempre ha sido enjaulada a un límite territorial.
Esta premisa aplica sobre todo a la recaudación de impuestos.
Globalización tributaria
La mayoría de administraciones tributarias basan sus operaciones en estructuras del siglo XX, que en la práctica son incapaces de seguirle el ritmo a este sprint de la globalización.
Para los contribuyentes costarricenses, el mundo no se limita al territorio entre Peñas Blancas y el río Sixaola, y poco a poco los gobiernos del mundo se han dado cuenta de esta realidad.
Primero fue la Ley de Cumplimiento Fiscal de Cuentas en el Extranjero emitida por el Gobierno estadounidense en el 2010, y ahora el Estándar Común de Reporte (CRS) que está siendo desarrollado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OECD).
La primera le exige a todas las entidades financieras del mundo que identifiquen y reporten al Gobierno de EE. UU. aquellos clientes que sean considerados como contribuyentes de ese país.
En tanto, el Estándar Común de Reporte (CRS) utilizaría el mismo mecanismo, con la diferencia de que las entidades financieras no se limitarían solo a estadounidenses, sino que deberán identificar de cuál país es contribuyente cada uno de sus clientes y, posteriormente, enviarle esta información al gobierno local, junto con los montos que maneja la operación.
El gobierno local agruparía la información y la enviaría al país correspondiente sin necesidad de un requerimiento formal.
Esta acción sería recíproca, por lo que el Estado remitente estaría recibiendo información de las operaciones de sus contribuyentes alrededor del mundo.
Ciertamente hay todavía mucha tela por cortar, pero lo que sí es seguro es que los vientos soplan hacia esta dirección.
Muestra de esto es que el pasado 28 de noviembre, 37 países se comprometieron a cumplir con el CRS, con lo cual estamos cada vez más cerca de una superred de intercambio de información automática entre Estados.
Costa Rica, sin embargo, no se encuentra dentro de estos países, pero si por la víspera se saca el día es probable que próximamente nos encontremos formando parte de esta superred, sea que emigremos a un sistema de renta mundial o no.
Sin embargo, no todas son buenas noticias, ya que sobre quienes recaerá el peso de esta superred será en los hombros de las entidades financieras del mundo.
Estas deberán invertir sus recursos para poder cumplir con esta nueva corriente mundial, sorteando las limitaciones de las leyes locales que protegen los datos de sus clientes.
Si con el CRS sucede igual que con Ley de Cumplimiento Fiscal de Cuentas en el Extranjero, es muy probable que los gobiernos citen a Groucho Marx, diciendo “¿Pagar la cuenta? ¡Qué costumbre tan absurda!”.