El ministro de la Presidencia, Melvin Jiménez, está bajo ataque desde principios de año.
Los embates han desgastado la posición del jerarca como impulsor de la agenda económica de Zapote en el Congreso.
Jiménez todavía no logra superar la crisis más extensa que ha enfrentado en el puesto y ya arrastró al presidente de la República, Luis Guillermo Solís.
De paso, puso a su superior jerárquico en jaque, al colocarlo en una disyuntiva.
O lo sostiene en el cargo pese a sus errores y enfrenta el costo político que eso implica.
O bien, lo obliga a prescindir de sus servicios para refrescar su Gabinete en tiempos propicios para consolidar el arranque de la administración.
Esta última alternativa, debido al respaldo demostrado por Solís a Jiménez, parecía la menos probable hasta el viernes 23 de enero a las 6 p. m., fecha en la que cerró esta edición de EF.
Rápido desgaste
La permanencia de Jiménez abre nuevos frentes de batalla al Gobierno.
Se torna especialmente grave por ser la cartera bajo el mando de Jiménez la más cercana al Presidente y la llamada a apoyarlo y a defenderlo.
El cumplimiento de esa función corre riesgo de deteriorarse más porque el ministro nombrado para dialogar con todos se enfoca ahora en atacar y defenderse de la oposición, de un sector del Partido Acción Ciudadana (PAC) y de la prensa.
Así, Jiménez gasta a gran velocidad su capital político y credibilidad y, al mismo tiempo, arriesga esos haberes del Presidente y reduce su margen de maniobra.
De escudero a protegido
La afirmación de que el ministro de la Presidencia tiene en jaque al Gobierno no es casual.
Se fundamenta en las dificultades que ha tenido Melvin Jiménez para acomodarse al papel de “parachoques” presidencial.
En este ámbito ha ocurrido todo lo contrario pues en el brusco escenario político que le ha tocado enfrentar al Gobierno en las últimas dos semanas, Jiménez pasó de defensor a protegido del presidente Solís.
Y esto se profundizó cuando al ministro empezaron a rodearlo sospechas sobre el grado de su involucramiento en los términos de la reunión entre el exviceministro Soley y la procuradora general, Ana Lorena Brenes.
La Nación publicó el 13 de enero que durante ese encuentro el viceministro habría ofrecido puestos a Brenes con el fin de que dejara la Procuraduría.
Fue Solís quien abordó el tema de la renuncia de Soley en una conferencia de prensa, mientras Jiménez observaba.
Ese vuelco de papeles permite sumar al análisis si el ministro, un político novicio y poco curtido, no tiene claro el concepto y las circunstancias que marcan a los que, como él, aceptan convertirse en mano derecha del gobernante.
Costo político
Tal es la conclusión de los exministros de la Presidencia que EF consultó.
Los exjerarcas entrevistados coinciden en que Luis Guillermo Solís tendrá que pagar un elevado costo político para mantener en su cargo a Jiménez.
Rodrigo Arias, Danilo Chaverri y Rolando Laclé ven en el obispo luterano a un ministro con las bases socavadas, producto de sus errores en comunicación.
“La relación de don Melvin con la Asamblea Legislativa es muy mala, especialmente con la oposición, y eso le ha reducido mucho los espacios políticos”, opinó Laclé, quien sirvió como ministro de la Presidencia de Rafael Ángel Calderón (1990-1994).
El vínculo con el Congreso es clave pues el Gobierno tiene por delante un año complicado en materia legislativa.
En la agenda de sesiones extraordinarias hay dos proyectos de infraestructura relevantes. La ampliación de la ruta San José-Limón y la reconstrucción de la vía San José-San Ramón, que avanzan lento.
A esas iniciativas se les suman dos de carácter fiscal: una para combatir la evasión y otra para enfrentar al contrabando. Ninguna de las dos reporta novedades en su trámite.
Hacienda ya anunció que este año ampliará el debate tributario y explora hacerlo con un paquete de reformas a los impuestos sobre las ventas y renta.
Un dato que sirve de referencia sobre la crítica dinámica legislativa en el actual Gobierno es que el Ministerio de la Presidencia solo ha logrado que los diputados aprueben cinco proyectos de la extensas convocatorias que realizó en las sesiones extraordinarias de agosto pasado y en el periodo extraordinario actual.
A esta coyuntura de corto plazo se suma la presión del sector empresarial enfadado por el levantamiento del veto a la Reforma Procesal Laboral y que presiona al Gobierno para que reduzca las tarifas de la electricidad.
Estrés social
Esa no es la única tensión social inmediata para el Gobierno.
Los grupos sindicales presionan para que el ajuste salarial público para el primer semestre del 2015 sea similar al del segundo semestre del año pasado, cuando el Gobierno los favoreció con un 4% general y un 5,14% para los empleados no calificados.
El problema radica en que las cifras son insostenibles en el marco de una crisis fiscal y el Ejecutivo se limita ahora a ofrecer un incremento de un 0,94% para los seis meses venideros.
La propuesta irritó a varios sindicatos que rompieron el diálogo con el Ejecutivo.
La tarea de lidiar con esa combinación de factores luce pesada para un titular de la Presidencia sin músculo político.
“Hoy el país es un campo seco que con cualquier chispazo se puede incendiar y eso lo debe tener el Presidente muy presente si desea mantener a don Melvin porque está muy débil, aunque goce de su confianza”, advirtió Danilo Chaverri, ministro de la Presidencia de Miguel Ángel Rodríguez (1998-2002).
Credibilidad minada
Los errores de Melvin Jiménez han sido más evidentes cuando le ha correspondido ejercer la función de vocero del Ejecutivo.
Se volvió una práctica cotidiana que el mandatario, alguno de los vicepresidentes y otros ministros, desmientan o salgan a enmendarle la plana al jerarca de la Presidencia.
La confusión generada por esos yerros a la hora de comunicar la visión del Ejecutivo es muestra de que la dirección y coordinación del Gabinete es deficitaria y acarrea pérdida de credibilidad de la cara visible del Ejecutivo, ante la opinión pública y otros actores políticos.
El problema de este gobierno, dijo el diputado liberacionista Antonio Álvarez, es que cambia de opinión cada ocho días.
“Sin respeto y sin credibilidad es muy difícil cumplir la función de ministro de la Presidencia. Don Melvin no tiene poder para convencer a otros actores”, afirmó Rodrigo Arias, titular de la Presidencia en los dos períodos de su hermano Óscar Arias.
Pero también los aliados del PAC en el Congreso opinan que Jiménez dejó de ser confiable a la hora de comunicar los planes gubernamentales.
Así lo considera Rafael Ortiz, jefe de fracción de la Unidad Social Cristiana (PUSC). “Si yo fuera a contratar un ministro de la Presidencia creo que un requisito deseable es que haya sido diputado”, mencionó.
Gerardo Vargas, líder de la bancada del Frente Amplio, el otro aliado del PAC, opinó que Jiménez merece continuar aprendiendo el oficio de ministro de la Presidencia.
No obstante, consideró que ese proceso se debe acelerar.
“Él tiene habilidad para la negociación, pero creo que don Melvin debe estar consciente de que su comunicación con la Asamblea no ha sido la mejor”, dijo.
La crisis que enfrenta el Gobierno tiene rostro y apellido.
Empero, hay otros factores estructurales que ponen al Gobierno del presidente Solís en jaque y que requieren de atención urgente, como la disminuida institucionalidad de la Presidencia de la República.
En medio de esa debilidad, es el presidente Solís el que soporta los corrientazos. Su pararrayos dejó de funcionarle.
¿Por qué ha fallado el ministro más cercano al presidente?
Vocería de Gobierno
La inexactitud marca su gestión en este ámbito. Ha emitido informaciones falsas que le han restado credibilidad ante otros actores.
Baluarte presidencial
No ha protegido al mandatario; durante la crisis del caso Soley, fue Solís quien sacó la cara por su jerarca de la Presidencia.
Dirección del Gabinete
Las correcciones a su discurso por parte del presidente y otros ministros revelan falta de un método para coordinar al Gabinete.
Manejo de crisis
Opta por el silencio en vez de asumir la vocería de la Presidencia. Su ausencia ha obligado a Solís a dar explicaciones tardíamente.
Transparencia
La falta de claridad y su estilo poco comunicativo empañaron la visibilidad a través de las ventanas de Casa Presidencial.
Enlace con el Congreso
Ha sido un ministro ausente de la Asamblea Legislativa según se desprende de lo dicho por los diputados consultados.
Fuente: Entrevistas a exministros y diputados.
Algunos hechos
25 de junio, 2014
Cuestionado. La Sala IV aceptó estudiar una acción contra el nombramiento del ministro Jiménez, que después rechazó.
7 de agosto, 2014
Impreciso. Jiménez falla al justificar la labor del exasesor de imagen Iván Barrantes, quien asesoraba a Casa Presidencial y a empresas privadas al mismo tiempo.
28 de setiembre, 2014
Contradictorio. El ministro declaró a EF que el Gobierno se enfocaría en pequeños exportadores; después Comex dijo que la política cubrirá a todo el sector.
14 de octubre, 2014
Desinformado. En conferencia de prensa tras Consejo de Gobierno, Jiménez dijo que Citigroup despediría a 700 costarricenses, versión que desmintió el banco.
19 de enero, 2015
Descoordinado. Jiménez aseguró que el plan de unión gay no era prioridad, afirmación que desmitió la vicepresidenta Ana Helena Chacón en redes sociales.
Amistad lejos y cerca de la política
Melvin Jiménez y Luis Guillermo Solís se conocieron en un aula universitaria. Entonces, el primero era profesor de ética de quien sería décadas después el primer presidente de la República salido de las filas del pluripartidismo.
Ya en campaña, Solís demostró la confianza en Jiménez, al designarlo como su jefe de campaña. Meses después, el mandatario confirmaría sus lazos con el clérigo luterano al encargarle su ministerio más importante, el de la Presidencia.
Durante estos ocho meses de gobierno, Solís ha ratificado casi a diario que la amistad con Jiménez va más allá de cualquier revés político y pese a las contradicciones entre el discurso de ambos, el mandatario nunca ha desacreditado a su amigo.