El Partido Acción Ciudadana (PAC) está cerca de obtener la cédula de identidad, pero para lograrlo, está obligado a tomar las decisiones claves que lo ayuden a asumir que las etapas de la niñez y adolescencia quedaron atrás.
El haber llegado con la figura de Luis Guillermo Solís a ejercer por primera vez la Presidencia de la República es importante para esta agrupación política, fundada en el 2000, pero eso no es suficiente para que se consolide como partido de grandes ligas.
El PAC tiene que renovar liderazgos, porque muchos de ellos ejercen ahora puestos en el Ejecutivo y, por ello, tienen prohibición de vincularse al partido.
Además, debe organizar adecuadamente la forma en que elaborará, y sobre todo cómo pondrá en ejecución, la propuesta política para mostrarle al país que es viable.
Debe pasar entonces de las palabras a la acción y de la crítica en la oposición a lograr resultados.
El PAC nació como un partido tradicional caudillista alrededor de la figura de Ottón Solís, pero tras dos pérdidas electorales que sumaba en el 2009, sus partidarios empujaron un viraje que fue debilitando desde entonces el control del ottonismo.
Para el 2010 pasaron de que su candidato presidencial fuera electo por 80 personas a una consulta semiabierta con 20.000 electores y con la participación ya no solo de Ottón Solís como candidato sino de Epsy Campell y del empresario Román Macaya.
El agotamiento de la figura histórica se profundizó con los resultados de las votaciones presidenciales de ese año, en las que Laura Chinchilla obtuvo el 47% y Ottón Solís el 25%.
En esa noche de las elecciones, Solís hizo público que no volvería a ser candidato presidencial.
El surgimiento de Luis Guillermo Solís, figura que sobrepasó al partido con 1,3 millones de votos, más de cuatro veces la base electoral, plantea ahora también la necesidad de que el PAC termine de pasar del personalismo a las tendencias hacia el 2018.
Algunos ya se lanzan en esa dirección, como el del exdiputado Rónald Solís (con sitio en Facebook para impulsar su candidatura al 2018), y de nuevo el de Macaya, Campbell y el de Juan Carlos Mendoza. No obstante, surgirán otros en el camino.
“El PAC sigue jugando a ser partido alternativo, pero ya no lo es. Desde hace tiempo es parte de la institucionalidad de este país, no está fuera”, dice el político y analista Federico Malavassi.
Y es que el PAC ha tenido robustas fracciones legislativas en las últimas tres administraciones, las que han participado en la votación de un sinnúmero de leyes, elecciones de magistrados y hasta defensores de habitantes.
Todo ese camino ya pesa en el expertise de lo que es hoy.
Más líderes
Para el politólogo Jaime Delgado, el PAC requiere una mayor cohesión interna, tanto partidaria como ideológica, y un plan de formación de líderes.
En cuanto a lo interno, el PAC no puede olvidarse de que su victoria fue coyuntural y que se unieron sectores descontentos.
“Incluso se nota en el gobierno, son personas de todo lado”, añade el analista.
En el tema de la ideología participan tanto de izquierda, como de derecha, pero su fundador solo ha aceptado la etiqueta ideológica de progresista.
“Tienen que precisar cuál es su posición ideológica porque conviven tres sectores: residuos del estatismo liberacionista de los cincuentas, aspiraciones socialdemócratas de tipo escandinavo y algunos sectores que se entusiasman con el socialismo del siglo XXI”, dice el politólogo Constantino Urcuyo.
Es el reto para un partido que nació como alternativa de oposición, pero ahora está presidiendo y tendrá que acertar en este cuatrienio, si quiere lograr que sus políticas tengan continuidad en administraciones posteriores.