El golpe electoral que recibió el Partido Liberación Nacional (PLN) en las pasadas elecciones lo puso frente a dos caminos: quedarse así y languidecer o someterse a una revisión profunda para reinventarse y cumplir con las necesidades de las nuevas generaciones en un mundo global.
Aunque no es muy visible ni palpable, esta agrupación decidió hacer lo segundo y está sometida a una fuerte ebullición interna para buscar las formas de levantarse de un apoyo de menos del 20% del padrón electoral que obtuvo en la primera ronda.
El caudal histórico del PLN era del 40% del padrón hasta 1994, cuando bajó a niveles de un 30% del padrón, para caer en febrero pasado, con Johnny Araya, a menos del 20%.
Las causas de este panorama pueden ser muchas, pero las más significativas tienen que ver con cuestionamientos por supuestos hechos de corrupción, acciones en gobierno muy alejadas al fundamento ideológico socialdemócrata del partido, lejanía con el pueblo y mala comunicación política cuando se gobierna, en tiempos de redes sociales.
Este último aspecto incluso influyó fuertemente en la campaña de Luis Guillermo Solís, primer candidato del Partido Acción Ciudadana (PAC) que llega a la Presidencia de la República y que en solo nueve meses pasó de estar en el margen de error a obtener más de 1.300.000 votos.
También se ennumeran luchas internas encarnizadas por el manejo del poder de un partido que es más maquinaria electoral que ideológica, así como un vacío en la formación de nuevos líderes, más adaptados a la época actual.
El PLN es un partido con 62 años de existencia ( fundado el 12 de octubre de 1951), que ha gobernado en nueve ocasiones, tras participar en 16 elecciones presidenciales.
Por esa fuerte presencia en la segunda mitad del siglo pasado y los primeros años de este, se le reconoce como el impulsor principal de la Costa Rica actual y se mantiene como el partido con más apoyo del país.
Sin embargo, su éxito también se traduce en un fuerte desgaste, al punto de estar hoy envuelto en una tormenta que no acabó con la primera y segunda rondas electorales. Reclamos internos, en redes y en corrillos del partido auguran que los vientos vuelven a tomar fuerza.
PLN en plena agitación
El primer paso fue la creación de una comisión de seis personas para investigar los gastos en que incurrió el comando del exprecandidato presidencial Johnny Araya en la campaña.
La comisión también hará un análisis de la administración de la campaña de Araya con criterios políticos.
Según los reportes del Tribunal Supremo de Elecciones (TSE), hechos en marzo, el PLN informó que había incurrido en gastos por ¢5.750 millones, sin contar lo invertido en los primeros días de la segunda vuelta.
En abril, el exlegislador Fabio Molina manifestó en una entrevista en ADN 90.7 FM que hubo gastos excesivos en la campaña.
Para el 6 de junio, el PLN organiza además una encerrona entre la fracción y el directorio político con personalidades del partido para hacer un análisis de los errores y enrumbarse a un congreso ideológico y programático para setiembre u octubre próximos.
El principal objetivo de ese congreso es replantear la forma en que debe aplicar la ideología socialdemócrata en sus gobiernos en el contexto de un mundo globalizado.
El presidente del PLN, Bernal Jiménez, dice que el partido no ha perdido los objetivos socialdemócratas, aunque aduce que en el reciente gobierno de Laura Chinchilla no se tomaron las medidas socialdemócratas programáticas con temas como la reforma tributaria y otros aspectos de políticas sociales.
Jiménez lo atribuye a la división que hay entre partido y Gobierno.
No obstante, la presidenta de la juventud liberacionista, Franggi Nicolás, apunta a que el reto de la agrupación es volver a buscar la esencia ideológica y que eso se logrará en el contexto del congreso, elaborando un ideario de posiciones y “desempolvando el libro de las raíces liberacionistas”.
“La labor que hay que hacer es mucha. El partido tiene que pasar por una reingeniería y opera desde los estatutos a los que ya se les está haciendo una reforma que deberá aprobarse. Ser más abierto, más accesible, más cercano a la población”, dice Nicolás.
¿Socialdemocracia en crisis?
La socialdemocracia no solo ha entrado en crisis en el país, sino internacionalmente.
El aspecto medular es cómo responder desde la socialdemocracia a los cambios de un mundo globalizado, algo así como gobernar en una economía de mercado, pero con políticas públicas que busquen el bienestar de la mayor parte de la población y una política social de equidad.
En Europa, pasó de gobernar en la mayoría de países a estar en una minoría. Su crisis se refleja, no solo en derrotas electorales, sino en los violentos descensos de sus simpatizantes.
El análisis que se ha hecho es que la socialdemocracia tiene que actualizarse en temas como el medio ambiente, por ejemplo, y dar mayor participación a los movimientos sociales.
China lo hizo y siendo un país totalmente marxista tuvo que revitalizar el mercado y adaptarse. Europa ha buscado sus formas, empezando por Inglaterra.
“No hay que castigar a la socialdemocracia por adaptarse a la realidad del mundo. Toda ideología política tiene que adaptarse a su tiempo. Los principios no operan atemporalmente, sino en la historia”, dice el politólogo Constantino Urcuyo.
Con un replanteamiento ideológico y una redefinición interna de su rumbo, Liberación tiene opciones para salir de ese golpe electoral que recibió.
Y es que ni siquiera desapareció el Partido Unidad Socialcristiana (PUSC) con el golpe no electoral, sino político, que se llevó en el 2004 con el caso de los expresidentes Rafael Ángel Calderón y Miguel Ángel Rodríguez, menos el PLN, cuyo rival más cercano hoy, el PAC, está apenas a un punto. En la primera vuelta en PLN obtuvo 29,64% y el PAC 30,84%.
Tampoco podría desaparecer cuando la fracción legislativa es la que tiene más diputados en el actual Congreso, 18, y el papel de ellos será clave para el partido, en el próximo cuatrienio.
“No es un partido condenado a extinguirse, solo tiene que reestructurarse”, dice Urcuyo.
Seis décadas no son en vano para un partido político responsable de la Costa Rica de hoy.
Ahora que está en banca es tiempo para reinventarse y demostrarle a sus partidarios que todavía tiene material para mantenerse en la lucha.