La ciudadanía costarricense ha abogado por un cambio, y si se espera una transformación inmediata, se ha de suponer que será por medio de un acto revolucionario.
Esto conlleva un cambio violento en las instituciones políticas que generan un impacto directo en la vida económica y social de un país.
El Poder Ejecutivo no optó por esa vía.
Su visión implica un proceso transformador paulatino que debe enfrentarse a estructuras anquilosadas que se oponen a las nuevas condiciones.
Es necesario socavar los cimientos de una burocracia que ha mantenido sus privilegios por muchos años y que reacciona de manera defensiva ante cualquier cambio que atente contra su estado de confort.
El país requiere personas con una nueva visión política.
Esto conlleva la necesidad de adquirir la experiencia necesaria para administrar y dirigir.
Esto es lo que ha representado este año y por ello el señor presidente de la República, Luis Gullermo Solís Rivera, se comprometió a realizar los ajustes necesarios para que su equipo sea el requerido para afrontar el resto de su mandato.
Afirmar que el Poder Ejecutivo carece de norte, es un planteamiento injusto.
En este primer año, diferentes dependencias a cargo del Gobierno Central han implementado una serie de acciones que demuestran un cambio de rumbo, que han sido invisibilizadas por errores con un peso menor en el balance con todo lo positivo hecho. Con los nuevos cambios en el gabinete, esperamos pueda ser perceptible el buen actuar de este gobierno.