La propiedad intelectual ha experimentado un crecimiento y expansión en distintas etapas de la humanidad, que se ha potenciado por factores detonantes como el surgimiento de la imprenta, la revolución industrial y más recientemente con Internet.
En cada una de estas etapas, se han planteado retos y evoluciones jurídicas que han supuesto la creación de reglas entre países y estándares por cumplir. Sin embargo, este modelo de alguna manera se quiebra con el surgimiento y desarrollo de la Internet.
La Internet supone una ruptura de fronteras y por ende de jurisdicciones, lo cual resulta en complejos procesos de persecución y tutela de derechos ante infracciones de propiedad intelectual.
Aunado a ello, no existen posibilidades reales, al menos en este país, de hacer registros internacionales o regionales de marcas o patentes de invención, con lo cual el proceso de obtener consolidación de derechos en varios países presupone un costo importante que deben asumir las empresas y una tarea difícil de ejecutar.
Ante este panorama, se plantea el desafío de cómo una compañía o persona puede hacer una defensa efectiva de sus derechos, máxime cuando no existen opciones prácticas para que un juzgado de nuestro país pueda evitar o castigar una infracción que se origina en un territorio distinto.
Una solución que se ha generado a esta disyuntiva, la ha brindado el mismo sistema y no es propiamente jurídica o tramitada por medio de un juzgado. Consiste en la habilitación, por parte de muchos sitios de internet, de una serie de procedimientos a seguir en caso de que se afecte un derecho de propiedad intelectual y bajo códigos de conducta establecidos por ellos mismos. Este paradigma se ha ido popularizando y cada día es más frecuente observarlo en la mayoría de los sitios que almacenan contenidos de forma estandarizada.
Es común, por lo tanto, que sitios como Facebook, Youtube, Google, App Store, etc., tengan políticas y medidas correctivas, en las cuales un titular de activos de propiedad intelectual pueda plantear quejas ante el uso ilegal que se realice de sus marcas y derechos de autor principalmente.
Ahora bien, pese a que existen estos procedimientos, es muy importante que se tomen en cuenta varios aspectos antes de plantear una queja formal utilizando estos mecanismos.
En primer lugar, se recomienda contactar directamente al infractor antes de iniciar el proceso de infracción. Esto por cuanto es la manera más ágil y oportuna de solucionar el diferendo. Usualmente, el contacto se realiza a través de mensajes privados o bien correo electrónico, que precisamente los mismos sitios ya tienen habilitados para los usuarios.
Si el infractor no atiende el llamado de atención del titular, es necesario iniciar el proceso de infracción siguiendo las reglas que los distintos sitios de internet tienen preestablecidas. Para iniciar cualquier de estos procesos, es necesario tener documentada la infracción y el enlace en donde se da, pues son datos que se van a solicitar en el proceso. Asimismo, se requiere probar por algún medio razonable la titularidad sobre el derecho que se ostenta y que se desea proteger.
Finalmente, es necesario contar con asesoría en todo el proceso, pues una queja o denuncia infundada puede conllevar serias consecuencias, que más bien pueden revertir el efecto buscado en un inicio.
Estamos ante una nueva realidad, que es la extra judicialización de las infracciones de propiedad intelectual, al menos en Internet, y aunque supone una forma más expedita de solucionar conflictos, si plantea una serie de retos para los sistemas judiciales formales y demanda cierto conocimiento por parte de todos nosotros los usuarios.