En Costa Rica, el costo de transporte para comercializar, por ejemplo, un kilo de tomates representa para el pequeño exportador casi un cuarto del costo total (23%), seguido en proporción por los costos de aduanas (11%) e impuestos (6%); mientras que para el gran exportador el principal desembolso corresponde a aduanas (10%), seguido del transporte (6%) y los impuestos (5%).
De acuerdo con un informe de la Cepal, en términos relativos el pequeño productor paga en logística más que el grande. Así, a raíz de las ineficiencias logísticas y operacionales, los pequeños productores tienen un margen de ganancia (competitividad) un 19% inferior al de los grandes exportadores regionales.
Esta realidad afecta a grandes y pequeños empresarios de Costa Rica, siendo los segundos los que tienen menos margen para asumir las pérdidas. Por ejemplo, el costo de exportar los melones de una hectárea se incrementaron en un 33% en tres años, principalmente por la apreciación de colón de acuerdo con Agustín Penón, presidente de la Cámara de Meloneros. Estos incrementos no todos los productores lograr asumir, pues sus ingresos son en dólares, moneda que ha perdido valor frente al colón, moneda en la que estás sus gastos.
En rezago con el mundo
El documento señala que América Latina y el Caribe presenta importantes rezagos con respecto a los líderes mundiales en términos de los costos asociados a las operaciones de comercio exterior. Así, exportar y, sobre todo, importar un contenedor en la mayoría de los países de la región cuesta varias veces másque en Malasia y Singapur, las economías más eficientes del mundo en ese sentido.
Costa Rica tiene costos logísticos más altos que Panamá, Nicaragua, Guatemala y El Salvador.
Esta disparidad es producto de carencias de distinto orden, que incluyen déficits en la infraestructura de transporte, falta de optimización de los procedimientos aduaneros y una oferta escasade servicios logísticos de calidad a precios internacionalmente competitivos.
La insuficiencia de los montos que la región destina a su infraestructura económica se pone de manifiesto al proyectar las necesidades de la región en los próximos años. La Cepal estimó que la región debería invertir anualmente en torno al 5,2% de su PIB entre 2006 y 2020 para satisfacer las necesidades derivadas de su crecimiento económico proyectado.
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