La renuncia de la ministra de Salud, María Elena López, este viernes, es síntoma de que el Gabinete del presidente Luis Guillermo Solís sufre de estrés causado por la efervescencia política que vive el país.
Y, aunque la salida de López no se relaciona con las de Celso Gamboa (Seguridad Pública) y la de Daniel Soley (viceministerio de la Presidencia), se da en coyunturas relacionadas por la falta de tacto político para que las renuncias no afecten la imagen del presidente Luis Guillermo Solís.
A esa conclusión llegaron los politólogos José Carlos Chinchilla y Gustavo Araya.
Las renuncias de López, Soley y Gamboa ocurrieron en un lapso menor a un mes y se dan en un momento en que el Gobierno intenta consolidar su despegue.
Académicos, no políticos
En su análisis, Chinchilla encuentra que el turbulento ambiente político que vive el país no ha resultado apto para un Gabinete compuesto en un 34% por académicos poco curtidos en el oficio de político, sometido a presiones y críticas provenientes de todos los sectores.
"Pareciera que el 'tiempo político' se ha acelerado. Ya los diputados están hablando de la elección del Directorio el 1° de mayo, don Ottón Solís anunció su candidatura a presidir el Congreso tempranamente y las cámaras no dejan de presionar al Gobierno. Todos esos intereses políticos y económicos están afectando al gabinete", explicó.
Chinchilla vaticinó que el ambiente de agitación política por el que atraviesa el país podría causar la salida de más ministros del gabinete, antes de que el Gobierno cumpla su primer año, el próximo 8 de mayo.
Falta un conductor del gabinete
Por su parte, Gustavo Araya considera que, si bien no existe relación causal entre las tres renuncias al Gabinete, sí las une el hilo de la falta de coordinación que aqueja el gabinete de Luis Guillermo Solís.
"En los tres casos debió haberse dado un esfuerzo por parte del Gobierno para evitar que esas renuncias se dieran antes del 1.° de mayo y para que ocurrieran en circunstancias en las que no afectaran la imagen del presidente", sostuvo.
Para Araya esa labor la debería de desempeñar el Ministerio de la Presidencia, cartera en la que recae la coordinación y planificación del gabinete y sus acciones.
"Falta esa fuerza para que no quede la duda de que cuando una ministra efectivamente se va por razones personal o porque no se pudo atajar o prever su salida", explicó el analista.
Un elemento adicional que podría influir en la pronta desarticulación del gabinete es la opción que dejó abierta el presidente Solís de valorar las actuaciones de cada uno de sus ministros para determinar si continúan o no en su equipo después del primer año en el poder.
José Carlos Chinchilla cree que el presidente abrió esa evaluación en ambas vías y podría llevar a los ministros a "autoexplorar" prematuramente su gestión en busca de elementos que les arrojen una luz sobre si deben seguir o abandonar el barco.