Tras 150 jornadas en el espacio, los astronautas de la Estación Espacial Internacional (ISS) se saldrán esta noche de la rutina y cenarán una comida gourmet de un chef francés.
En una iniciativa respaldada por el famoso cocinero Alain Ducasse, un equipo diseña y prepara Comidas Especiales de Eventos (SEMs, por su sigla en inglés) para animar la nutritiva, pero a menudo aburrida, dieta espacial de comida liofilizada (congelada y deshidratada) de los astronautas en la plataforma orbital.
Aproximadamente una vez al mes, mientras a unos 400 km la Tierra gira lentamente debajo suyo, los astronautas pueden deleitarse con codorniz asada, pollo de campo de las Landas, langosta de Bretaña, cazuela de mollejas de Borgoña, pez espada estilo Riviera o magret de pato en salsa de alcaparras.
El postre puede ser un pastel de crema de limón, un queque de chocolate, o un milhojas con frutas y relleno de crema.
Desafíos
Como con casi todo lo relacionado con el espacio, la preparación de alimentos para ser consumidos en gravedad cero conlleva una serie de desafíos.
"La regla número uno es la seguridad", dice Lionel Suchet, subdirector del Centro Espacial de Toulouse de Francia, que puso en marcha el programa.
El requisito "sin bacterias" hace que la comida deba ser manejada en un ambiente ultra-limpio.
Otro aspecto a tener en cuenta es la textura. Los ingredientes que dan una sensación agradable en la boca en la Tierra pueden ser letales en el espacio, apuntó Suchet.
"Los alimentos no pueden ser tan secos que se deshagan en migas que los astronautas puedan inhalar", dijo.
"Al mismo tiempo, no pueden ser demasiado líquidos. Si la comida es demasiado líquida, se sufre el 'Síndrome del capitán Haddock'", dijo Suchet.
Este problema hace referencia a un episodio en uno de los libros de historietas de Tintín, cuando el whisky que el capitán Haddock toma en pleno viaje a la Luna se convierte en una bola que vuela. Estas bolas de líquido pueden provocar cortocircuitos en contacto con el equipo electrónico.
Además, el menú espacial debe ser fácil de comer: las preparaciones deben caber en latas de aluminio ultra-ligeras que puedan ser recalentadas en una placa de inducción.
Y los astronautas deben ser capaces de consumir el contenido con una sola mano, utilizando sólo una cuchara. Ningún platillo debe tener trozos demasiado grandes que haya que cortar o demasiado pequeños que sean difíciles de recoger.
El Centro Nacional de Estudios Espaciales de Francia (CNES) ya ordenó para el año que viene unas 2.000 comidas individuales a partir de 25 recetas. Todas fueron certificadas por la NASA para ser consumidas a bordo de la ISS.
Las cocinará Henaff, una pequeña empresa que elabora paté ubicada en Pouldreuzic, Bretaña, al noroeste de Francia, en una cámara estéril en su planta.
Historia
La participación francesa en la culinaria espacial se remonta a 1993, cuando el astronauta francés Jean-Pierre Haigneré regresó de una misión a bordo de la estación espacial rusa Mir.
Todo marchaba bien pero, para un paladar francés, la comida era una pesadilla cósmica: un día tras otro pan negro, arenques fríos y un queso que parecía de plástico.
Richard Filippi, un profesor en una escuela de gastronomía en Souillac ---en el corazón de la región gourmet de Dordoña--- se enteró y se puso en contacto con el CNES ofreciendo su ayuda.
Las comidas con toque francés tuvieron un éxito inmediato.
En 1997, cuando Francia se vio obligada a cancelar una misión tripulada a la Mir, el cosmonauta ruso rogó al CNES que siguiera enviando la comida.
"Entonces descubrimos que era importante, no sólo en términos operativos sino también psicológicos, que los astronautas se reunieran para realizar una buena comida en ocasiones especiales", dijo Suchet.
Con ayuda de Ducasse, el menú se amplió con propuestas de alto vuelo.
Las SEMs surgieron en 2004, y cinco años más tarde hicieron su primera aparición en la ISS.
La importancia de las comidas festivas está influyendo en los preparativos de las misiones tripuladas a Marte.
El aburrimiento y las tensiones entre los miembros del equipo será uno de los mayores obstáculos del viaje previsto, que supone dos años de reclusión extrema para ir y volver del planeta rojo.
Una idea es tener platos gourmet que en "días especiales" salgan de compartimentos secretos para que la tripulación tenga una sabrosa sorpresa que les levante el ánimo.