Desde el 2012 todos los meses de mayo Managua y León se convierten en capitales de la narrativa. Se trata del encuentro Centroamérica Cuenta, iniciativa del escritor Sergio Ramírez para “reflexionar y dialogar, desde el arte y la literatura, sobre asuntos clave de la realidad centroamericana”. Este año estuvo dedicado a la libertad de expresión, y asistimos narradores/as de América Central, México, España, Colombia y Puerto Rico y editores, traductores y estudiosos de literatura de Francia, Italia y Alemania.
La actividad siempre es fructífera porque vivimos en una región culturalmente balcanizada y estos encuentros nos permiten conocernos o reconocernos, intercambiar libros, historias, experiencias, e incluso cariño y solidaridad.
¡Qué bueno abrazar de nuevo a Consuelo Tomás, reírse con la inagotable Vanessa Núñez Handal y recibir su último libro, conocer a Mayra Santos-Febres y a Erick Blandón, conversar con Warren Ulloa y María del Mar OBoza y enterarse de que Carlos Cortés ganó el premio Rogelio Sinán con una novela que promete: Mojiganga ! Bueno también felicitar a Cardenal y a Claribel en sus noventa, oír las palabras siempre sabias de Sergio Ramírez y escuchar a Abad Facioline, a Dante Liano, a Juan Gabriel Vásquez hablar sobre sus novelas.
Darse cuenta también, por la nutrida asistencia popular, de que en Nicaragua la gente está más ávida y más consciente de la literatura. Hermoso recorrer pueblos como Masaya, llenos de artesanos y de casas viejas y preciosas que no han sido derrumbadas.
Pero... hay un enorme pero que no está en los escritores sino en el país. Imperdonable la pobreza, la desertización entre Managua y León –con tanto lago–, el desempleo, el hambre. La riqueza acaparada por unos cuantos.
No sé si el desamparo en que han sumido a ese país tiene perdón.