Por segunda vez consecutiva, un mexicano gana el Óscar al mejor director. El año pasado, Alfonso Cuarón lo obtuvo por Gravity , y González Iñárritu, se lo llevo este año por Birdman . Guillermo del Toro, el tercer cuate del grupo, no lo ha obtenido todavía, pero fue nominado por El laberinto del fauno (2007), para el premio a mejor película extranjera.
Cuarón es un director con gran oficio, pero lo que se llama de sistema . Realiza tanto una película personal como Y tu mamá también (2011), una megaproducción como Harry Potter y el prisionero de Azkabán (2004) o la extraordinaria adaptación de la obra de Dickens, Grandes esperanzas (1998). También ha sido productor de películas mexicanas de bajo presupuesto y de algunos de los filmes de Del Toro.
Iñárritu es un director con propuestas mucho más personales y un estilo que ha ido definiendo paulatinamente. Desde la Trilogía de la muerte – Amores Perros (2000), 21 gramos (2003) y Babel (2006)–, pasando por Biutiful (2010), hasta Birdman , Iñárritu es más filosófico. Ha tratado temas como la violencia, la consecuencia de los actos individuales y colectivos, la enfermedad, lo efímero de la fama y el ego.
Del Toro tiene un mundo más lúdico, con adaptaciones de cómics y filmes plenos de situaciones mágicas, fantásticas o monstruosas, donde la estética y la ambientación son fundamentales. Director, productor y guionista, tiene una obra más prolífica, sobre todo como productor de filmes como la animación El libro de la vida (2014) y guionista de las dos últimas ediciones de la serie de El Hobbit .
Y el talento mexicano también está en uno de los mejores cinematógrafos del mundo, Emmanuel Lubezki, nominado 7 veces al Óscar por su fotografía en películas como El árbol de la vida (Terrence Mallick, 2011), Sleeppy Hollow (Tim Burton, 1999) y ganador, por Gravity y Birdman .
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