Primera parte. Allan Kaprow (1927-2006) teórico, profesor y artista había formulado, hacia 1970, una serie de pensamientos que problematizaban la idea del arte en la cultura occidental. Kaprow, reconocido como el iniciador oficial de los happening , había concluido que dado el nivel de desarrollo de los medios masivos, el arte empezaba a hacerse prescindible. Ante ésta situación, Kaprow determina que el arte del siglo XX ha atravesado por tres períodos claramente diferenciables: el arte-arte (el de museos, galerías, bienales y ferias) el “antiarte” (el impulsado por Duchamp y que terminaría por convertirse en arte-arte) y finalmente, el no arte.
El no arte era la idea de Kaprow de hacer desaparecer toda insidiosa diferencia entre las actividades “normales” de los artistas (pintar, dibujar, esculpir o encontrar objetos y anunciarlos como arte) y las actividades de la vida cotidiana (barrer, rascarse, estornudar o darle la vuelta a la manzana). Hacer arte es algo muy sencillo hoy día, prosigue Kaprow en su ensayo “La educación del ‘desartista’”: basta con pensar en cualquier actividad, dotarla de un concepto, anunciarla (exponerla en una Institución artística) y listo. Claro que él mismo está consciente de la siguiente paradoja: si TODO puede ser considerado como arte, y cualquiera se puede autodenominar artista, entonces el arte desaparece y los artistas también, fundidos por completo en la vida misma y su devenir ordinario.
Kaprow hablaba ya en el remoto 1970, fecha de publicación de su ensayo, de software, sistemas e interfaces. Se refería a la comunicación, y de como el arte tendría que devenir de alguna manera en un replanteamiento de la comunicación y lo que se comunica. También estaba convencido de que formatos como la pintura, la escultura, la poesía, el teatro y la misma arquitectura, iban a seguir existiendo como formas marginales. En esa misma lógica, museos, galerías y salas de concierto quedarían como sitios de peregrinación nostálgica y para la conservación de antigüedades. (Continuará).
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