Recientemente, la Municipalidad de San José dio por terminada la renovación del edificio conocido como la Botica Solera. Ubicado en una zona urbana marginal de San José, el edificio estaba al borde del colapso, debido al abandono en que lo mantenían sus dueños originales.
Con una inversión cercana a los ¢350 millones, la Municipalidad planea establecer un centro cultural en este sitio, el cual contará con una biblioteca, una sala de exhibiciones y salas de cómputo.
Casi coincide con esta renovación la visita al país del arquitecto sueco Christer Gustafsson, quien es defensor del rescate patrimonial de los edificios antiguos y apoya las inversiones que se hagan en su recuperación. Cuenta el caso de una provincia en Suecia, Halland, que restauró 100 edificios. Esto logró generar empleos para unos 1.000 trabajadores de la zona y la rehabilitación de los inmuebles invitó a empresarios de la hotelería, los restaurantes, y otros, a establecer negocios en las recién renovadas estructuras.
Construido en los años 30, el edifico de la Botica Solera es todo un ícono de la arquitectura Art Deco de Barrio México. Su paulatino abandono coincidió con la decadencia del Barrio y su consecuente pauperización.
Esta inversión y la acertada decisión de Johnny Araya –alcalde de San José– constituyen un punto y aparte en a la relación que hemos tenido los josefinos con nuestra capital.
Anteriormente se han demolido edificios patrimoniales para sustituirlos por parqueos, borrando drásticamente la memoria urbana de nuestra ciudad.
Desde un punto de vista arquitectónico, los parqueos constituyen el uso más pobre del suelo urbano, pues generan muy pocos empleos y no contribuyen culturalmente al mejoramiento de la sociedad.
La reactivación de esta zona ha comenzado con una firme y decidida acción de la Municipalidad. Muy pronto se verá el impacto positivo que esa restauración va a generar. Esperamos que esto se pueda repetir con otros edificios en otros barrios capitalinos.