Uno de los lindos recuerdos que tengo de mi papá es cuando en vacaciones nos levantábamos temprano para ir a la caleta de pescadores y escogíamos los productos de las barcas que venían recién llegando. Dependiendo de lo que traían, se definía el menú: almejas frescas para comerlas crudas, machas para prepararlas a la parmesana, la famosa merluza para el típico pescado frito, entre otros, pero el común denominador siempre era el vino que los acompañaba. Una empañada botella de un muy fresco Sauvignon blanc , hoy, una de mis blancas favoritas. Si bien se sabe que Sauvignon Blanc proviene del oeste de Francia, no existe claridad del lugar exacto, siendo dos sus posibles orígenes: Valle del Loira o Burdeos. Produce vinos aromáticos, de cuerpo ligero, con fresca acidez y aromas cítricos, frutas blancas, hierbas y delicadas notas vegetales, pero, se puede encontrar en tres estilos diferentes. El fresco y frutal, sin roble, con marcadas notas cítricas de toronja y limón, melón y grosella blanca que explotan en un paladar vivo. El estilo elegante y herbáceo es fresco, redondo y complejo, con aromas y sabores de zacate recién cortado, hoja de tomate, jalapeño, espárragos o notas de hierbas bien complementadas por notas frutales. El de crianza en roble, mucho menos frecuente, se caracteriza por ser más cremoso, con notas de humo y vainilla. La influencia del roble suaviza la frescura del Sauvignon blanc , creando un vino parecido a un Chardonnay . Recomiendo el Sancerre y Pouilly-Fumé del valle del Loira en Francia, de gran elegancia. Los Sauvignon blanc de Graves en Bordeaux suele mezclarse con Semillon para mayor complejidad. Marlborough en Nueva Zelanda y Sonoma Coast en California producen vinos cargados de maracuyá y carácter herbáceo, mientras que en Casablanca y Leyda en Chile, producen un estilo fresco y mineral característico. Diferentes caras de una misma uva, capaces de cautivar a cualquiera.