¿Conoce casos de ejecutivos que cambiaron su comportamiento cuando fueron ascendidos a gerentes? Estas transformaciones muchas veces se relacionan con arrogancia u orgullo, pero también podrían ser síntomas del estrés relacionado con el nuevo puesto.
"El organismo del ser humano usualmente tiene áreas u órganos en las que se es más sensible. El estrés puede ser altamente peligroso principalmente porque funciona como un detonante de las predisposiciones de vulnerabilidad genética o emocional que tenemos los seres humanos. En el caso de los ejecutivos se evidencia una mayor tendencia a presentar problemas en tres niveles, el físico, el emocional y el interpersonal", explica la psicóloga Fabiola Alfaro, psicóloga e hipnóloga clínica.
Alfaro es una de las profesionales especializada en hipnosis y confirmó el aumento de consulta de esta técnica para ejecutivos.
La experta asegura que los daños a nivel emocional incluyen:
- Ansiedad y tensión constante: puede provocar taquicardia, palpitaciones, presión en el pecho, falta de aire, temblores, sudoración, tensión y rigidez muscular, cansancio, hormigueo, sensación de mareo e inestabilidad. También se manifiestan síntomas mentales como inquietud, agobio, sensación de amenaza o peligro, ganas de huir o atacar, inseguridad, sensación de vacío, sensación de extrañeza o despersonalización, temor a perder el control, recelos, sospechas, incertidumbre, dificultad para tomar decisiones. En casos más extremos, temor la muerte o ideación suicida.
En algunos casos, los gerentes desarrollan fobias específicas, como miedo a volar, o fobias sociales, en las que hay un temor marcado por la valoración externa que se recibe.
- Depresión: marcada por aislamiento, irritabilidad, desesperanza, falta de confianza en sus propias capacidades, tristeza, consumo de sustancias, cansancio marcado.
En ambos casos manifiestan dificultades de atención, concentración y memoria, aumento de los despistes y descuidos, preocupación excesiva, expectativas negativas, pensamientos distorsionados e inoportunos, incremento de las dudas y la sensación de confusión, tendencia a recordar sobre todo cosas desagradables, sobrevalorar pequeños detalles desfavorables, abuso de la prevención y de la sospecha, interpretaciones inadecuadas, susceptibilidad, etc.
En el campo físico, los síntomas pueden ser:
- Tensión muscular: es el más frecuente, con dolores, contracturas, dificultades en el movimiento. También es común la migraña.
- Problemas digestivos: gastritis, colitis, estreñimiento, diarrea, alergias digestivas, alteraciones de la alimentación, entre otros.
- Debilitamiento del sistema inmunológico: mayor sensibilidad a virus y bacterias.
- Problemas en el control de impulsos: fumado, ingesta compulsiva de alimentos.
- Problemas cutáneos: alergias, brotes, alopecia.
- Alteraciones en el sueño: Insomnio o hipersonmia.
- Alteraciones en la respuesta sexual: disminución en el deseo y placer.
Y en el campo interpersonal, reportan dificultades en la interacción social. "Usualmente es más evidente y tensa en relaciones cercanas como con la pareja y familia. Se quejan de aislamiento, dificultades en al comunicación, sensibilidad o irritabilidad y falta de tiempo o energía para participar de actividades sociales", subraya Alfaro.
La experta recomienda buscar ayuda especializada al identificar cualquiera de estas condiciones, para evitar las complicaciones que se derivan de la acumulación de estrés.
"Es indispensable entender que la relación entre el cuerpo y la mente es indivisible. Uno responde al otro de forma constante. Nosotros podemos aprender a controlar nuestros pensamientos de forma coherente y no identificarnos con patrones mentales que obstaculizan el bienestar. Es importante entender que el cuerpo habla lo que la mente grita, de forma que los síntomas nos transmiten información muy valiosa de las áreas a mejorar", resalta Alfaro.