Por primera vez, la casa de champán premium Moët & Chandon envió a Costa Rica al embajador de su marca estrella: Dom Pérignon. Edouard Dordor estuvo en el país para impulsar el consumo de esta bebida de lujo, tradicional en las celebraciones.
“El volumen mundial de ventas de champán es de 330.000 millones de botellas, y más de la mitad en Francia todavía”, aseguró Dordor, quien, a partir de esos números, considera que la marca tiene al mundo por conquistar.
El embajador de Dom Pérignon compartió con EF las particularidades de esta bebida y por qué cree que Costa Rica será un buen mercado.
¿Cuál es la relevancia de Costa Rica como mercado para Moët & Chandon?
Las razones por las cuales vine por primera vez, es porque creemos en el potencial del mercado aquí. Se debe a varias cosas: primero a que los cambios con el tratado de libre comercio han permitido que el precio del champán sea más accesible, y que puedan subir mucho las oportunidades de consumo.
“También nos damos cuenta de que el consumidor costarricense está consumiendo más champán de una manera natural. Además, vine para lanzar un producto nuevo, Moët Ice Impérial, el primer champán diseñado para ser tomado con hielo, y pensamos que aquí va a ser fantástico porque, con el calor, muchas veces el champán no refresca bastante, entonces es una oportunidad de estar presentes en más momentos de consumo”.
¿Quién es el cliente costarricense de Moët & Chandon?
Hay tres tipos de gente en Costa Rica que toma champán:
“ Gente de la alta sociedad, que toma champán bastante regularmente. Es un cliente existente que tiene mucho potencial, porque en realidad el consumo es bastante bajo per cápita”.
“En un lugar más excepcional está la clase media, que va a comprar para celebraciones y esa es otra oportunidad.
“Y tenemos otro mercado meta que es el turismo, visitantes que conocen nuestros productos desde sus países de origen y dan crecimiento potencial aquí”.
¿Cuál es el camino que recorre la bebida para llegar al país?
Tenemos un importador directo, desde Francia. La ventaja de esto es que estamos seguros del proceso de traslado, tanto para proteger el champán de la luz como de los cambios de temperatura, que son las dos cosas que afectan la calidad.
¿Por qué se ha generalizado el término champaña para hablar de vinos espumantes?
Este es uno de los grandes problemas que tenemos, muchos espumantes incentivan que les llamen champaña cuando esto no es legal. La champaña es mucho más más aspiracional que los demás espumantes; para dar una idea, representa entre el 0,5% y el 1% de la venta de vinos mundial, cuando los espumosos representan más del 10%. Entonces, lo que buscan es volverse más deseados, pero la verdad es que no tienen mucho que ver. Es como hablar de vino español diciendo que es de Burdeos; es ilógico.
¿Cómo se manifiestan las diferencias a la hora del consumo?
La calidad del proceso productivo le aporta complejidad al producto, por ejemplo, aromas que no existen en otros (tostados, almendras, champiñones). Cuanto más madurado sea el champán, cambia la textura del vino y en lugar de burbujas agresivas como las de algunos espumantes jóvenes, las tenemos muy integradas y, en algunos muy antiguos, se experimenta cremosidad y textura de alta calidad. El consumidor lo puede sentir sin ser conocedor.
¿Cómo se puede hacer una cata de champaña en casa?
Se necesita un sommelier . Sugiero cuatro champañas: Brut (con poca azúcar), Rosé (con vino tinto), Néctar (afrutado) y el Ice Imperial (con hielo). Y la experiencia es única, porque cada paladar es diferente”.