Si hay un destilado sinónimo de alegría, calor, fiesta y diversión es el ron. Aunque es utilizado principalmente para la elaboración de cócteles como cuba libre, mojito, mai tai y daiquirí, también tiene representantes que son sinónimo de elegancia, complejidad y sofisticación, que sorprenden y enamoran a los paladares más exigentes.
Este popular destilado se elabora a partir de la caña de azúcar. Una de las principales diferencias que existe entre los rones comunes y los denominados rones premium , es que los primeros utilizan como base para la fermentación melaza de caña, produciendo rones con un perfil aromático más simple y con aromas tostados muy marcados, mientras que los segundos, de mayor prestigio, utilizan las mieles vírgenes de la caña, logrando un aroma y un sabor mucho más complejos y elegantes, con descriptores como vainilla, almendras, caramelo, ahumado, café, flores, frutos secos, entre otros.
Lo que diferencia a un aguardiente de caña común del ron es que el segundo, por definición, necesariamente debe tener un tiempo mínimo de añejado en roble. Este varía entre los diferentes tipos. El ron blanco o ron claro, ideal para mezclar en cócteles, pasa entre 18 a 36 meses en roble y posteriormente es filtrado para eliminar impurezas y restos de color. El ron rubio, dorado o etiqueta de oro, pasa un mínimo de ocho años añejando y puede ser disfrutado con hielo o puro, además de ser utilizado en la preparación de cócteles. Los premium son rones con entre nueve y 15 años de añejamiento, mientras que los que tienen más de 15 años se catalogan como rones añejos premium . Estos son los más sofisticados y están diseñados para ser disfrutados puros, sin ser mezclados en un cóctel.
Por último, todo ron es el resultado de la mezcla de rones con diferentes años de añejamiento. Pero, mientras en el whisky, el año que aparece en la etiqueta corresponde a la edad del componente más joven utilizado en la mezcla, en el caso del ron, este corresponde al de mayor añejamiento.