Denise Garnier encarna esa línea de profesionales que se inspira y se exige al máximo cada vez que el destino deposita en sus manos tareas complejas que forzarían a otro a capitular.
Hoy está al frente del embrión de oficina de familia que devolverá a los Garnier al mundo de los negocios tras la venta de la Corporación Cefa-Fischel al Grupo Cuestamoras en julio.
El hilo conductor de su vida es una sucesión de acontecimientos en los que nunca se dejó atrapar por los malos momentos. Siempre ideó una salida y por eso irradia energía positiva.
El rito de iniciación comenzó a los 16 años. Su inglés no pasaba de "This is a pencil y Merry Christmas", pero su padre la envió a un internado en Inglaterra y regresó bilingüe.
Vinieron otros... Se casó a los 19 y el día que la aceptaron para estudiar Antropología en la Universidad de Texas, su prueba de embarazo dio positiva. ¿Resultado? El primogénito nació en EE. UU., ella se recibió en lo que quería y regresó al país para estudiar Derecho.
En el 2008 su papá, Norval, enfermó de cáncer y la puso a la cabeza del negocio que él fundó en febrero de 1955 y del que su hija no sabía mucho porque era una abogada experta en propiedad intelectual, respetada por la defensa exitosa de las marcas Pelé y Juan Valdez en sendos procesos.
Y como si hiciera falta, este 2015 Denise desempeñó un papel protagónico en la venta de la empresa familiar al colapsar la relación iniciada en abril del 2011 con el socio chileno Sofocar.
"Es difícil cerrar un capítulo de la familia en un negocio que nos daba identidad. Es duro emocionalmente y no es fácil digerirlo, pero rescato la madurez para tomar la oportunidad".
Lo más atractivo de su personalidad es ese afán por mantenerse activa, un rasgo distintivo que explica por qué es antropóloga, abogada, empresaria y consultora en ciernes.
¿Qué la ocupa en la actualidad?
La estructuración de una oficina de familia. El objetivo es reflexionar acerca del legado y definir qué actividades futuras vamos a desarrollar con el patrimonio.
¿Esa oficina de legado familiar se convertiría en su próxima actividad profesional permanente? Me refiero a si se ve como una consultora en el tema.
Podría ser. Estoy aprendiendo e investigando; es tan nuevo como la primera vez que me senté en la silla de don Norval Garnier para ver cómo era la empresa y cómo manejarla.
En términos porcentuales, ¿por qué se inclinan las family office en la práctica?
El 25% no participa en ningún tipo de negocio. Simplemente invierten, tienen una capa de administración muy bien entrenada que toma las decisiones y los riesgos, y los socios están arriba viendo cómo se dan las cosas. El 75% restante sí entra en los negocios.
¿Qué plazo tiene para estructurar esa family office?
Unos 18 meses. Hay que decidir qué tipo de empresas vamos a buscar para invertir, cuándo vamos a participar, qué queremos tomar de ellas: un riesgo mediano o uno muy alto. Si decidimos invertir afuera, nos interesa conocer cómo es el país y qué ventajas tiene.
¿Qué viene para la familia Garnier tras la venta de la Corporación Cefa, una empresa líder en Centroamérica en distribución de productos farmacéuticos y de cuidado personal, con operaciones en Costa Rica y Nicaragua, y más de 1.400 empleados?
Es un proceso y vamos tomar la mejor decisión. El futuro es de las nuevas generaciones. Mi hijo mayor, Julián, estudió en los EE. UU. y tuvo la visión de que regresaría para aportar.
¿Qué fue lo más difícil de tomar la decisión de vender?
Cerrar un capítulo de 60 años y reconocer que la empresa dejaba de ser el corazón familiar.
¿Cuál fue la idea que los llevó a vender?
Llevar la empresa a un punto de madurez tal que resultara muy atractiva para quien deseara conducirla al siguiente nivel. Y, definitivamente, el Grupo Cuestamoras tiene ese conocimiento. Dispone de un proyecto de negocio muy elaborado y sabe para dónde va.
¿Cómo valoran el hecho de que la empresa familiar vuelva a manos costarricenses?
Excelente. Su ética de negocio y la relación societaria reflejan los mejores valores del empresario costarricense. Los Garnier quedamos como socios minoritarios. Hay un respeto y un deseo de aprender de lo que se hizo antes.
¿Qué rol desempeñó usted en esta etapa?
Fui una representante muy activa. La transacción no fue lineal. Grupo Cuestamoras nos contactó en noviembre del 2013 y luego se dio un impasse, a pesar de que tanto nosotros como los chilenos autorizamos el inicio de la diligencia para ofertar.
¿Qué pasó con sus socios, el grupo farmacéutico Sofocar, que adquirió en 2011 el 50% de la operación de Cefa-Fischel?
Tuvimos un choque de idiosincrasia empresarial y la relación empezó a deteriorarse.
Ustedes solían comparar la relación que tenían con ellos como la de un matrimonio. ¿Por qué terminaron en divorcio?
Porque en un matrimonio nadie se impone. Ellos se presentaron como expertos en el negocio de las farmacias y presentaron un plan a la junta directiva que ya en la práctica distó mucho.
Además, entre setiembre del 2012 y diciembre del 2013 no renovaron ningún crédito indispensable para la operación de la compañía, exigieron despidos en las gerencias e insistieron en capitalizar la empresa sin fundamentos documentales ni financieros.
¿En qué instancias se ventiló la disputa?
Llegamos a plantear el juicio penal y quedó justo cuando ellos iban a ser llamados para que declararan. Logramos tener suficiente sustancia en la acusación para que el juez procediera.
¿Y cuándo retomó Cuestamoras el interés en la compra?
Hubo un contacto personal en febrero. Ellos retoman la diligencia, establecemos una tregua con los chilenos y Cuestamoras presenta una oferta muy atractiva, cuya fecha de cierre era el 30 de marzo. Finalmente se produce la venta y toman el control el 2 de julio.
¿Qué consejos daría a una familia que se encuentre en una circunstancia similar?
Debe saber bien qué tipo de empresa tienen, cuánto vale y cuánto puede valer en otras manos. Muchas veces uno tiene una visión, pero el mercado dice otra cosa.
Desde su experiencia personal, ¿qué futuro les espera a la empresas familiares?
Depende mucho del tipo de negocio en el que se desempeñen. No todos los negocios son tan atractivos para potenciales inversionistas extranjeros. Hay empresas que perdurarán por mucho tiempo porque esa es la naturaleza de su negocio.
¿Cuáles fue la mejor lección que aprendió como empresaria?
Hay una que vale por todas: perderle el temor a tomar riesgos. Hay que sobrepasar los límites que uno se impone, el miedo y decir: "me voy a sentar y voy a aprender".
Una amazona al frente de los Garnier
Denise Garnier tiene 57 años, pero está lejos de sentarse a hacer el balance. Quiere llegar a los 90 y habla con un estilo claro y sugerente, que engancha desde la primera frase.
Lleva el cabello corto, tiene un porte elegante y es un manual de buenas normas para conducirse en presencia de otros. Es formal, combativa y orgullosa de su origen.
"Soy la tercera generación de una familia de empresarios. Mi abuelo era Alberto H. Garnier, el padre de las agencias de publicidad, y papá fundó Cefa cuanto tenía 20 años".
Profesa admiración idólatra por don Norval. "A los 5 años me subió al lomo de un caballo y me dijo: 'Hay tres cosas que debes hacer muy bien en la vida: montar a caballo, hablar inglés y bailar'".
Ha apoyado su vida en uno de los vértices de ese triángulo: los caballos. Y, como ella misma dice, en esa relación mujer-animal hay suficiente sabiduría que la ayudó en pasajes claves.
"El caballo enseña el sentido del equilibrio y eso es vital para manejarse. Las riendas ayudan a establecer cuándo ser rígido y cuándo flexible, lo cual uno valora muchísimo a la hora de criar a los hijos. Y después, el que monta puede caer al suelo y la lección es clara: hay que levantarse y seguir adelante".
Denise posee corazón de amazona. Tiene una yegua llamada Vivi Light, a la que monta dos horas diarias, en el club hípico La Caraña. No compite oficialmente, pero acompaña a cuanta representación costarricense se presenta en el extranjero.
Los caballos no tienen secretos para ella. "El caballo es quien enseña al jinete. El que nos permita subirnos es un acto de confianza suprema porque ellos saben que nosotros éramos los depredadores y su amenaza".
Su erudición equina resulta muy atractiva para una mente no instruida. "El caballo entiende quién es usted, lo detecta e identifica a distancia".
Se casó muy joven con el ingeniero Gerardo Volio, un hombre que conoció desde los 13 años. "Para él nada es muy grande ni muy difícil. Y siempre me impulsó a superarme y a tomar riesgos".
MUY PERSONAL
Nombre: Denise Garnier Acuña.
Estado civil: Casada, con el Ing. Gerardo Volio.
Hijos: Julián y Melissa, Mariella y Federico.
Nietos: 5.
Pasatiempos: Equitación, lectura, ciclismo recreativo y yoga.