¿Cansado de tanto trabajo? ¿No fueron suficientes las vacaciones de fin de año y regresó más estresado de la cuenta a la oficina?
Ese agotamiento físico y mental puede desaparecer y dos artes marciales pretenden ayudarle a lograrlo.
Se trata de las disciplinas del tai chi chuan y del chi kung, ambas originarias de China.
La primera de ellas significa puño último supremo. “Puño” hace referencia al componente marcial, y la combinación “último supremo” se relaciona con el punto de armonía que busca esta disciplina en todos los ámbitos.
El tai chi chuan se dio a conocer en occidente en los años 60 con el movimiento hippie , y se considera una disciplina de relajación y de movimientos suaves, enfocado a brindar ecuanimidad y contribuir a centrarse en uno mismo.
En occidente la disciplina se dio a conocer en dos modalidades, explica John La Touche, instructor y director de la academia Sheng Long.
Una de ellas es tai chi chuan estilo yang, en la que se utilizan posiciones más altas, es decir, más fáciles de realizar. Se incluyen movimientos más cortos y puede ser practicada por cualquier persona.
El tai chi chuan estilo cheng incluye posiciones más amplias y bajas que requieren mayor nivel de dificultad. Combina movimientos suaves y lentos con rápidos y fuertes. Incluye saltos y movimientos explosivos.
Trabajar la energía
La práctica del chi kung no está relacionada necesariamente con las artes marciales. Se trata de ejercicios para mejorar la salud, aumentar la energía y obtener dominio de sí mismo.
Esta disciplina trabaja con la respiración, los ritmos internos y con ejercicios que movilizan la energía en el cuerpo.
“Se trabaja con el chi o prana (energía), que permite la vida en el cuerpo físico. El chi kung trabajar a través de movimiento físicos e internos (ritmos internos, respiración circulación, fluido nervioso , calor), detalló Juan Carlos Corrales, del Instituto de Artes Marciales Filosóficas Bodhidharma y de Casa Piedra, en Escazú.
El chi kung combina ejercicios de meditación con movimientos suaves, por lo que se considera una práctica ideal para aquellas personas que no les gusta las artes marciales, ya sea por el aspecto de defensa o por los movimientos en sí.
Básicamente la práctica de chi kung se enfoca en el mejoramiento de la salud y el equilibrio de los tres tesoros: la esencia, la fuerza vital y el espíritu, dice La Touche.
Los beneficios
En una rutina conformada por tanto trabajo, ambas disciplinas facilitan la concentración y ayudan a mantener la mente en el momento presente.
“Si usted pasa pensando en el futuro no podrá construirlo, porque el futuro se construye en el presente y por eso es importante mantener la mente en el aquí y el ahora”, recomienda Corrales.
Otros de los beneficios que heredan ambas artes se relaciona con dejar que la energía fluya y proporcione relajación, control de la ansiedad, el miedo y el estrés.
“Lo que sucede afuera es un reflejo de los que pasa adentro: si la persona logra un equilibrio interior, ese resultado se reflejará en su exterior. Logrará mayor eficiencia y rendimiento en su faceta laboral, afirma el instructor Juan Carlos Corrales.
Como aspectos positivos en el campo de la salud, John La Touche, instructor y director de la academia Sheng Long, menciona mejoras en la depresión, reducción de problemas de asma y reducción de padecimiento o enfermedades de carácter funcional como la gastritis.
Lenta y suavemente
Los ejercicios suaves permiten relajar la mente y le enseñan al participante a enfocarse en una sola cosa o en sí mismo.
Con un cuerpo relajado, los órganos internos pueden descansar y regenerarse.
El ejercicio pasivo y los movimientos lentos y suaves activan músculos y ligamentos y tendones que normalmente no se utilizan, lo que contribuye a la flexibilidad a corto plazo, dice La Touche.
A largo plazo los resultados se reflejan en la aplicación de una fuerza mayor en los movimientos, aumento de la flexibilidad y del control y serenidad.
“La práctica hace énfasis en no oponerse a los contrincantes, sino ceder para usar la fuerza del oponente. Se trata de hacer un cambio en el enfoque que se tiene a la hora de resolver problemas y de interactuar con otras personas”, añade La Touche.
Entrenar o aprender
Es importante hacer una diferencia entre el entrenamiento y la práctica.
Una clase normal para aprender puede oscilar entre 1 y 2 horas, por los menos dos veces a la semana.
Si se trata de un entrenamiento, lo idea es que se realice todos los días, al menos unos 15 minutos. La práctica, por lo general, se puede realizar en cualquier espacio, aconseja La Touche.
Ambas artes son recomendadas para personas de todas las edades. Los movimientos se ajustan a la capacidad que tiene el practicante y brindan beneficios para problemas de movilidad.