La producción de cine nacional sigue creciendo aún sin una ley de fomento audiovisual. Los aportes del fondo de coproducción Ibermedia y de Proartes –del Ministerio de Cultura– son fundamentales pero insuficientes para un cine en construcción.
Los realizadores no tienen más remedio que suplicar un “huequito” a los distribuidores y exhibidores y abrirse campo entre los supermanes y hobitts que acaparan las pantallas. Si bien es cierto que hay un proyecto de ley, este se encuentra arrinconado en el laberinto legislativo.
A pesar de lo anterior, los cineastas siguen bregando y se esperan al menos tres largometrajes para el 2013: Puerto Padre, de Gustavo Fallas; Princesas rojas, de Laura Astorga, y Por las plumas, de Ernesto Villalobos. Ya concluyó el rodaje de los tres y los dos primeros se encuentran finalizando su posproducción.
Puerto Padre es una historia que lleva casi una década incubándose y que, gracias a las ayudas internacionales, llegará a “buen puerto”. El argumento trata de un joven pescador que viaja de la isla de Chira a Puntarenas detrás de sus orígenes y de oportunidades laborales. La mayor parte de la acción transcurre en un hotel en el que se cruzan las historias del pescador y de su padre, Soledad (una joven madre) y el administrador del lugar.
Por las plumas es una comedia negra centroamericana relatada con humor y sinceridad. Chalo –su protagonista– es un guarda de seguridad que intenta conseguir su primer gallo de pelea para ganar más plata. Luego sufre numerosos percances y dificultades.
Finalmente, Princesas rojas sucede durante la guerra civil nicaragüense. Claudia, una niña de nueve años, enfrenta el abandono de su madre y el desplome de la ilusión revolucionaria de su mundo soñado.
Los tres largometrajes son los primeros de sus respectivos directores. Aunque son diferentes entre sí, tienen en común bajos presupuestos, historias directas e impactantes, elencos no profesionales –en parte– y su decidida contribución a la industria audiovisual regional.