La profesión de la macroeconomía todavía tiene que reconciliarse con las lecciones más importantes de la década pasada. Sin un nuevo consenso sobre cómo manejar la incertidumbre, el mundo es demasiado vulnerable a nuevas sacudidas económicas, sociales y políticas. Tristemente, tal vez haga falta otra crisis que obligue a los economistas a abandonar sus actitudes obsoletas.
Desde finales de 2008 el Banco Central Europeo la Reserva Federal estadounidense y el Banco de Japón se han convertido en bomberos todoterreno que luchan contra múltiples incendios con herramientas inéditas.
Debemos volver a fortalecer el control sobre el sector financiero, para asegurarnos de que esté sirviendo a la economía, y no a la inversa.