El 42% de los recursos del Sistema de Banca para el Desarrollo (SBD) llegan a micro, pequeñas y medianas empresas del sector servicios.
Este es solo parte del perfil de quienes reciben los fondos de este programa que, a setiembre pasada, había colocado el 78,5% de los recursos que tenía disponibles, y que además se propone la meta ambiciosa de duplicar su cartera de crédito a emprendedores en un periodo de nueve meses.
Tanto los bancos como los que gestores de este sistema concuerdan en que es una meta realizable y que permitiría alcanzar en un periodo corto lo que se ha logrado desde que arrancó el programa en 2008.
Aún en medio de ese objetivo, los emprendedores y las mipymes encuentran dificultades al acceder al sistema, como que las entidades financieras puedan ver a este público como una actividad rentable.
Sin embargo, adentrándose en el perfil de la población que recibe los recursos del SBD, está claro que el sector servicios es el líder absoluto en captación de crédito.
Si se suma el nicho comercial, ambos capturan el 73% del dinero de este sistema, seguido de agropecuario e industria, con una mínima porción.
Además, los recursos favorecen más a personas mayores de 36 años de edad, hombres y microempresas. En el Banco Nacional –el que más dinero entrega en este segmento–, el 70% de los beneficiarios tiene entre 36 y 60 años.
La población por debajo de 36 años corresponde a un 17%.
Las microempresas, por su parte, toman el45% de las colocaciones, mientras la población emprendedora capta el 33%.
Para Marcelo Lebendiker, presidente de Parque Tec, la población emprendedora está desatendida ya que no conforma una pyme, por lo que ahí hay un reto.
El sistema es claro en que se deben financiar proyectos viables, no ideas, mediante los que también se pueda generar empleo y desarrollo, dijo Welmer Ramos, ministro de Economía.
La valoración se debe a que, antes de apostar por estos recursos, un emprendimiento debe quemar etapas de experiencia, indicó Carlos Alpízar, director de banca empresarial del Banco Popular.
Tres fondos y una meta
A setiembre de este año, el programa estaba cerca de colocar el monto total disponible para las pymes del país.
La cartera desembolsada por parte de los operadores financieros era de poco más de ¢125.529 millones, lo que corresponde a un 78,5% de los recursos que aprobó el SBD en sus compromisos para este año (¢159.927 millones)
A modo de proyección, el Sistema se propuso la meta de cerrar el 2016 con ¢100.000 millones adicionales al saldo actual.
En la presentación del programa Impulso, el presidente de La República, Luis Guillermo Solís, dijo que ese monto se alcanzaría en nueves meses, lo que permitiría beneficiar a 70.000 personas en total; actualmente el alcance es de unas 50.000.
Según Aguiar, la meta es alcanzable y de concretarse permitiría ejecutar en un solo año, todo lo que se ha hecho desde 2008, cuando se creó el sistema.
Este año se reglamentó la reforma al sistema, con el objetivo de dotar de recursos a los emprendedores según la calidad del proyecto por desarrollar y no con base en las garantías financieras.
El SBD cuenta con tres fuentes de recursos. El primero es el Fideicomiso Nacional para el Desarrollo (Finade), que se divide en un fondo de financiamiento y uno fondo de avales y garantías.
Luego está el Fondo de Financiamiento para el Desarrollo (Finade), constituido por el 5% de las utilidades de los bancos públicos. En este apartado, los programas son propuestos por las entidades y el SBD solo tiene la potestad de aprobarlos.
Por último está el Fondo de Crédito para el Desarrollo (FCD) o Peaje Bancario, que se conforma por el 17% de las captaciones en cuentas corrientes de los bancos privados, según el artículo 59 de la Ley Orgánica del Sistema Bancario Nacional .
El Banco Nacional de Costa Rica (BNCR), el BAC San José y el Banco de Costa Rica (BCR) recibieron la autorización de colocar los montos correspondientes al peaje bancario y están gestionando su cartera; BCT está en las últimas etapas de autorización e Improsa realizó la solicitud.
Retos del sistema
El SBD viene a corregir una falla del mercado, en donde la distribución de crédito está concentrada en un 60% en crédito a personas.
El primer reto del Sistema, no obstante, es crear un entorno que permita el desarrollo de líneas de crédito empresarial como un negocio sostenible, de modo que las entidades financieras lo vean como una actividad rentable.
El segundo desafío tiene que ver con la normativa del Sistema, pues la reforma al SBD fue un paso, pero faltan estímulos para que dicte, por ejemplo, condiciones de aceptación de las garantías, explicó Aguiar.
En esa línea, la Sugef trabaja en una norma especializada, que dará a conocer en las próximas semanas al Consejo Nacional de Supervisión de Entidades Financieras (Conassif).
Aún falta desarrollar un mercado más competitivo, que permita ofrecer tasas de interés y mejores condiciones. Parte del camino ya se ha recorrido, en algunos casos, se han logrado reducciones del 50%.