Los compradores difícilmente encontrarán motivos para ser más optimistas sobre las condiciones económicas tanto del hogar como del país en este 2016.
Esa premisa es explicada por dos factores que también afectaron la confianza durante el año pasado: el déficit fiscal y el desempleo.
Sin embargo, entre los elementos que podrían jugar a favor de la certidumbre de los hogares están la expectativa de una producción más dinámica, bajos niveles de inflación y estabilidad cambiaria.
Sin embargo, la valoración de varios economistas es que esos beneficios serán insuficientes en relación con el faltante de ingresos y la creciente deuda del Gobierno Central, así como el desempleo que no disminuye.
La confianza del consumidor cerró el año pasado sin una mejora significativa respecto de un año atrás, aun cuando la estabilidad de los macroprecios (inflación, tasas de interés y tipo de cambio) estuvo a favor de los resultados económicos del 2015.
El Índice de Confianza del Consumidor (ICC) –realizado por Unimer para EF– evidenció que la mayoría de los jefes de hogar espera que las condiciones de trabajo y negocios en Costa Rica estén peores que el año pasado.
El estudio muestra la percepción de los compradores sobre la economía familiar, empleo, compras y otras variables.
El informe de diciembre ubicó al ICC en 4 puntos, luego de un repunte en comparación con lo visto en los meses anteriores.
El indicador mantuvo desde junio el mismo nivel (3,6 puntos), que, de paso, fue el menos alentador de este 2015.
El índice se ubicó el mes pasado en una posición muy similar a la de diciembre del 2014, en ese caso de 3,9 puntos.
Esa cifra refleja un escenario negativo porque el índice utiliza una escala de 1 al 10, donde una cifra menor a 5 puntos significa que las opiniones negativas superaron a las positivas.
La muestra del ICC es de 400 jefes de hogar, encuestados vía telefónica, entre el 1 y el 21 de octubre, con cinco preguntas sobre la economía familiar y nacional.
Confianza estancada
La expectativa dicta que este año la confianza no presentará variaciones significativas respecto a lo visto en 2015, a menos que llegue la solución en el tema fiscal y de la deuda pública.
A noviembre pasado, el déficit fiscal (diferencia entre ingresos y gastos del Gobierno) acumulado representó 5,1% del Producto Interno Bruto (PIB), a saber, ¢1.446.355 millones. Esta cifra es un 7% mayor a lo que presentó en noviembre del 2014.
La confianza podría subir en caso de presentarse un escenario donde las autoridades tuvieran éxito en concretar y aprobar un conjunto de medidas capaz de favorecer la dinámica de las finanzas y la deuda pública en el futuro, explicó Alberto Franco, economista de Ecoanálisis.
Por el momento, aunque existen propuestas para solucionar las finanzas del Gobierno, el consumidor está a la espera de acciones concretas para definir su nivel de confianza.
Uno de los factores que puede pesar en contra, aún con la entrada en vigencia de la reforma fiscal, es la posibilidad de una mayor carga tributaria (impuestos), aún más si el foco de la reforma gira en torno a los consumidores, comentó Francisco Llobet, presidente de la Cámara de Comercio.
Otro factor en contra de la confianza es el desempleo. Al corte del tercer trimestre de 2015, la tasa de desempleo se ubicó en 9,2%, según la Encuesta Continua de Empleo (ECE).
La población desempleada no ha presentado una reducción estadísticamente significativa y esto pesó en las bajas expectativas del consumidor el año pasado y afectará los resultados de este año, agregó Llobet.
En esa misma línea, el ICC muestra que el 76,8% de los jefes de hogar considera que las condiciones de trabajo y negocios estarán peores este año, en relación con el anterior. Hace un año esa cifra era casi 3 puntos porcentuales menor.
En contraposición, existen una serie de condiciones positivas a nivel económico.
La primera llegó con el anuncio del Programa Macroeconómico del Banco Central de Costa Rica (BCCR), el pasado 5 de enero.
La autoridad monetaria espera que la producción entre en calor, con un dinamismo real de 4,2%.
Esa cifra representa un crecimiento importante, en contraste con lo evidenciado en el tercer trimestre del año pasado, cuando el PIB repuntó 2,93%.
Además, está la expectativa de que la inflación se mantenga en bajos niveles.
El año pasado cerró con una variación del -0,8%.
El incremento interanual del Índice de Precios al Consumidor (IPC) se ubicaría este año entre 2% y 4%, según el rango meta establecido por el Banco Central.
Esa expectativa estaría ayudada por bajos precios del petróleo y de las materias primas.
La proyección sugiere que la canasta básica se mantenga, pero no que baje tanto como lo hizo en 2015, aseguró el economista Luis Mesalles.
Lo anterior ayudaría a la estabilidad del tipo de cambio.
Por último, la reactivación económica de los socios comerciales también sería un aspecto a favor.