El nivel de inflación que se alcance en el 2014 pone una prueba a la credibilidad del Banco Central de Costa Rica (BCCR).
Si el BCCR no alcanza la meta que fijó en enero de este año o, incluso, si hace variaciones en la próxima revisión del Programa Macroeconómico, es posible que la confianza en esta entidad se vea disminuida, aseguraron varios economistas consultados.
La única manera en que la reputación del Banco salga intacta es que los indicadores se queden dentro de los márgenes establecidos. Y, si los cambia, la meta tendría que pagar el precio de hacer una corrección.
La credibilidad del Central es importante en la economía local. La entidad optó por utilizar el sistema de metas de inflación en su política monetaria, en el que hace explícito su principal objetivo en indicadores como la variación de los precios.
El esquema incluye la utilización de mecanismos o instrumentos de control monetario para lograr el objetivo, una de ellas es la Tasa de Política Monetaria.
No todo está en contra de la autoridad monetaria. El actual plan macroeconómico fue planteado en la anterior administración y la revisión ahora le tocará a una junta directiva con un nuevo presidente, Olivier Castro, quien asumió en mayo pasado.
La credibilidad del BCCR es un activo intangible y su fortaleza puede ser medida por la capacidad de anclar las expectativas de quienes participan en la economía a la meta de inflación.
En los años recientes, las expectativas de inflación han estado por encima del indicador real, según los resultados de la encuesta que hace la misma entidad a especialistas.
La credibilidad sería más débil en caso de que las metas anteriores hayan sido incumplidas, pero por el momento, el BCCR no sufre de un deterioro, dijo el especialista Juan Muñoz.
La meta
El plan económico vigente incluyó una meta de inflación entre 3% y 5%. Las dudas sobre llegar a un porcentaje dentro de ese rango empezaron a surgir cuando las variaciones del Índice de Precios al Consumidor (IPC) se aceleraron desde abril pasado.
Para junio, el IPC acumulado tenía un cambio de 4,14%. Si el objetivo no cambia, el Central tendría un margen de 0,86 puntos porcentuales para mantenerse dentro de la meta en los cinco meses que restan al 2014.
La economía no es algo estable y es afectada por múltiples variables que precisamente hacen que la labor de los bancos centrales sea compleja. Si en el segundo semestre se alejan las presiones inflacionarias, podrían haber meses en los que las variaciones sean negativas y aumenten las posibilidades de cumplir con la meta.
Eso ya ha sucedido. Entre setiembre y octubre pasados la variación acumulada más bien descendió al pasar de 3,77% a 2,98%.
Existe la posibilidad de que en el resto del 2014 suceda algo similar, siempre y cuando desaparezcan las amenazas de precios altos. Una es la devaluación, la cual desencadenó aumentos en la primera parte del año en los bienes regulados y en los importados, pues se deben destinar más colones por cada dólar.
Para agregar más complejidad, en los cálculos también entra el nivel de la producción. Si se apoya una mayor actividad productiva, los precios pueden aumentar debido al incremento de la demanda de bienes y servicios. El factor positivo es que el desempleo disminuiría si se cumplen las premisas teóricas.
Con esas condiciones, el Central tiene varias opciones: dejar sin variación la meta y tratar de alcanzarla con las medidas que tiene a la mano, pero con el riesgo de incumplirla. La otra es cambiar el objetivo con el costo de implícito de modificar las expectativas y dando a entender que las prioridades se modificaron.
La confianza sobre la autoridad monetaria puede resultar aún más golpeada si los agentes económicos consideran que un cambio a las metas responde más bien a enmendar un error, dijo el economista Hermann Hess.
Depende de argumentos
También existe la posibilidad de que el BCCR ajuste la meta inflacionaria y más bien salga fortalecido. Según los especialistas, lo anterior puede ocurrir cuando las autoridades logren presentar argumentos contundentes que demuestran efectos que están fuera de su control.
Si logran demostrar que los cambios se deben a factores que realmente no son de control local, entonces es posible que la modificación sea incorporada por personas y empresas como una consecuencia de hechos externos, según lo considera el economista Alexander Monge.
Los ajustes, en caso de que se presenten, serán dados a conocer a más tardar el próximo 31 de julio, fecha límite para que el Central publique la revisión del Programa Macroeconómico, donde precisamente debe exponer los argumentos.
Ese mensaje también será clave para determinar cuáles son los intereses que tiene la actual administración del BCCR en lo que respecta a toda la economía: si decide seguir controlando de manera estricta el crecimiento de los precios o, por el contrario, apostará a políticas más expansivas que beneficien la producción y vean de manera marginal la inflación.
No obstante, un aumento de la inflación difícilmente pasará inadvertido para las autoridades, pues una tendencia de precios altos puede desencadenar espirales de hechos no deseados, como elevación de costos productivos, incrementos salariales y tasas de interés altas, factores que podrían también disminuir el ritmo económico.