La reducción de un punto en la Tasa de Política Monetaria (TPM), ordenada por el Banco Central de Costa Rica (BCCR) el 18 de junio, cumple ya un mes sin que su efecto se haya dejado sentir significativamente en las demás tasas del sistema financiero.
El recorte de 5% a 4% de la tasa que cobra el Central en préstamos a un día plazo en el Mercado Integrado de Liquidez (MIL), es el primer movimiento registrado desde el 4 de julio de 2011.
Es, además, el cambio más fuerte desde octubre de 2010 cuando la TPM bajó un punto de 7,50% a 6,50%.
La señal para el sistema financiero debería ser clara: el precio del dinero baja y, por lo tanto, esta reducción debería manifestarse en cambios en tasas activas y pasivas al abaratar costo del fondeo para las entidades financieras.
El traslado de esa reducción en los costo a las tasas activas y pasivas de los bancos podrían estimular la cantidad demandada de crédito, tanto para la inversión de las empresas como para el consumo de los hogares.
“A la fecha, ese efecto no se ha visto, y especialmente porque la reducción fue importante un punto porcentual”, comentó William Calvo, economista y exdirector de la División Económica del Banco Central.
Desde el 19 de junio, la Tasa Básica Pasiva (TBP) perdió y volvió a ganar 5 puntos básicos para ubicarse en 6,65%.
En contraste, el ajuste en el promedio de las tasas activas desde esa fecha es más notorio. El precio que cobran los bancos por el préstamo de dinero bajó 17 puntos básicos a 16,72%.
El efecto, por otra parte, sí fue inmediato en los intereses que paga la misma autoridad monetaria en Central Directo. El rendimiento de las inversiones a 30 días bajó de 3,30% a 2,28%.
Efecto retardado
En mercados como Estados Unidos o Japón, el traslado de las decisiones de política monetaria de los salones de la autoridad monetaria a la economía real es de corto plazo.
No obstante, en Costa Rica, el plazo es más largo y se deja sentir de forma desigual en las tasas activas y pasivas.
El interés que los bancos cobran por prestar dinero es el primero en modificarse, en promedio unos ocho meses después de los ajustes en la TPM, según el estudio “El traspaso de cambios en la tasa de interés de política monetaria hacia las tasas de interés del sistema financiero costarricense” de diciembre de 2011, elaborado por el Banco Central.
En el caso de las tasas pasivas el efecto es de mayor plazo, pues se manifiesta en 13 meses.
La susceptibilidad de las tasas activas a los movimientos de la TPM es mayor en magnitud. Por cada punto porcentual de ajuste, las tasas activas se modifican en un 0,8% puntos mientras que las pasivas se ajustan un 0,65%.
“La tasa de política monetaria es más efectiva para influenciar las tasas activas y pasivas de interés en mercados donde la principal fuente de fondeo para los bancos comerciales es el mercado interbancario, lo cual no es el caso de Costa Rica”, explicó el economista Jorge Madrigal, también exdirector de la División Éconómica del Banco Central.
Así los efectos del movimiento de la TPM podrían detectarse hasta el 2014 y podrían hacer poco por estimular el crédito, que creció 9,9% entre junio de 2012 y el mismo mes de este año.
Tampoco sería un estímulo inmediato para una actividad económica que pierde dinamismo.