Action Learning es un proceso que envuelve a pequeños grupos de personas, resolviendo problemas reales, a la vez que se enfoca en lo que aprenden y cómo se beneficia a cada miembro del grupo y a la organización como un todo.
Sus ventajas se derivan de varios componentes:
Un problema: Se desarrolla en torno a un problema relevante para todos que, bajo la responsabilidad de un equipo, genera una oportunidad de aprendizaje. Es un “gancho” sobre el cual el conocimiento se pondrá a prueba.
El grupo: Está compuesto de cuatro a ocho individuos que examinan un problema cuya solución no ha sido fácil de identificar. Puede estar integrado por personas de diferentes departamentos.
El cuestionamiento y el proceso de reflexión: Basado en preguntas más que en respuestas, se enfoca tanto en lo que se conoce, como en lo que no se conoce. A partir de las preguntas, se generan soluciones posibles.
La resolución de actuar: No hay verdadero aprendizaje, no hay un plan efectivo, hasta que no se haya puesto en acción. La acción optimiza el aprendizaje porque es el ancla para la dimensión crítica de la reflexión.
El compromiso de aprender: Se pone tanto interés en cumplir la tarea, como en desarrollar a los individuos. Es decir, el desarrollo personal y el organizacional convergen con el aprendizaje y la resolución de problemas.
El facilitador: Es quien ayuda al equipo a bajar la velocidad, que les dará mayor tiempo de reflexionar sobre su aprendizaje. Se le llama también asesor, y puede ser un trabajador que tenga familiaridad con la tarea, o un externo.
El Action Learning nace luego del hundimiento del Titanic: pese a que muchos miembros del equipo tenían inquietudes sobre la seguridad del barco, ninguno la había compartido.
Es una tendencia actual en la formación de ejecutivos, de la cual Reg Revans es su padre y Michael Marquardt, uno de sus principales discípulos