Cuando tomamos decisiones o realizamos alguna tarea, estamos aplicando un modo de proceder que previamente hemos aprendido.
Este “esquema mental” es el mismo que aplicaremos cada vez que se presenten situaciones similares. Sin embargo, no todos los problemas tienen el mismo patrón de solución.
Es cuando el ejecutivo debe buscar respuestas a los nuevos problemas, pero intentando reelaborar los esquemas que ha creado.
Por ejemplo, si estamos frente a una decisión relacionada a la contratación de personal, pueden haber variaciones cuando tratamos a un directivo que a un operario. Precisamente, advertir esta distinción y su respectivo modo de trabajar amerita un momento de reflexión, ya sea breve o largo, dependiendo de cada circunstancia y persona.
Para intentar explicar esto, Donald Shön publica el libro The reflective practitioner (1983), con el fin de entender cómo piensan los profesionales mientras están en acción. Shön sugiere que esto sucede cuando se desarrolla un tipo de aprendizaje que llamará “conocimiento en acción”, el cual será de dos tipos:
a) “La reflexión en acción”, que consiste en cambiar nuestros esquemas de actuación mientras estamos gestionando tareas.
b) “La reflexión sobre la acción”, que es posterior a la ejecución, y sirve para entender qué cosas podrían mejorarse, o que a futuro se deben considerar durante el proceso de ejecución.
Imaginemos que la ejecución es como la punta de un iceberg: aunque por encima es algo evidente (una decisión se podría traducir en un “sí” o “no”), por debajo es mucho más grande y complejo de lo que aparenta. Pero esa complejidad puede variar de un caso a otro. Lo mismo sucede en la ejecución: hay realidades complejas que procuramos resolver con los mismos patrones obtenidos por la experiencia pasada.
Parece obvio decirlo, pero el ajetreo diario nos impide hacer una pausa para pensar en nuevos modos de hacer las cosas y es aquí cuando suceden gran cantidad de errores.
Importantes ejecutivos han cometido fallos graves debido a que toman decisiones basados en situaciones previas cuya complejidad era distinta a la actual. Su fracaso se debe, en realidad, a la falta de reflexión.