En la carrera por atraer y retener talento, las compensaciones económicas ya no son suficiente: cientos de compañías de todo el mundo optan más bien por convertirse en patronos “familiarmente responsables”.
Esta corriente nació en España hace ocho años y consiste en convertir el paquete de beneficios de la empresa en una oferta más integral, que involucra al núcleo familiar de cada colaborador.
La iniciativa es certificable mediante una norma privada que desarrolló la Fundación Másfamilia, propietaria del proceso en todo el mundo. Sin embargo, se puede aplicar sin llegar a la acreditación.
“Este es un tema que trasciende cualquier beneficio conocido regularmente y busca apropiar al individuo de una mejor calidad de vida. Las ventajas son una mejor percepción como empresa, mayor nivel de retención y un clima laboral positivo entre los miembro”, explica Miguel López, director ejecutivo de ADEN Business School.
Colombia: caso de éxito
La empresa colombiana Human Capital fue la primera en obtener una certificación de empresa familiarmente responsable (EFR) en su país, a mediados de 2009, y desde entonces ha acompañado a decenas de organizaciones en el proceso de certificación.
“El tema nace a partir del interés de las compañías por mejorar la calidad de vida de los empleados, con el fin de atraer y fidelizar talentos. En esto tenemos entornos parecidos en todos nuestros países latinoamericanos”, explica José Manuel Acosta, presidente de Human Capital.
El proceso consiste en desmonetizar la remuneración total, porque las organizaciones han detectado que un salario mayor por sí solo no garantiza la permanencia ni la atracción de talento.
Mediante la medición de la factores como oportunidades, calidad del empleo y políticas de desarrollo humano, se diagnostica la organización y se desarrollan las “políticas de bienestar” que agrupan los beneficios y permiten la certificación.
“El nivel de compromiso de la alta dirección con estas iniciativas es indispensable para su éxito. Sin duda, un ejercicio como este presenta el reto de hacerle entender a los líderes de la organización que son los verdaderos responsables de gestionar los recursos humanos”, asegura Acosta.
Las políticas, para que sean consideradas funcionales o se incluyan en la certificación, deben ser medibles y presentar resultados al negocio. Por lo tanto, cada empresa desarrolla sus propios indicadores y debe revisarlos en forma permanente.
El consultor y presidente del Instituto de Normas Técnicas de Costa Rica (Inteco), Cristián Leñero, aclara que la certificación EFR corresponde a una norma privada, es decir, no necesariamente ha seguido un proceso de elaboración de consensos ni tiene una norma internacional como referencia.
“Es algo para tener en cuenta. De ninguna manera quiero demeritar el trabajo, que tiene conceptos interesantes, y es importante señalar que mientras no hay una norma internacional, la privada cumple un rol social importante”, explica Leñero.
Con o sin certificación, la tendencia marcha fuerte y atrae, en especial, al talento más joven.