El capitalismo representa la corriente ideológica más exitosa de la humanidad, pues a través de la creatividad de los emprendedores y a la capacidad de elegir libremente de los consumidores, el mundo de hoy goza de bienes y servicios que definitivamente han mejorado su calidad de vida, mientras que el comunismo, ha demostrado que no puede incentivar de manera consistente este tipo de desarrollo.
Sin embargo, la confianza de los ciudadanos en las empresas ha venido decreciendo de manera preocupante, mucho incentivado en la errónea idea que las escuelas de negocios nos han metido en la cabeza: que el fin último de cualquier empresa es hacer utilidades.
Las utilidades en las empresas no son sostenibles si se les busca directamente. Por el afán de hacer dinero, se incentiva a pagar bajos salarios, a sacar el mayor provecho posible de los proveedores, a tratar de traspasar la menor cantidad de dividendos a los inversionistas y a no preocuparnos más de la cuenta por nuestra comunidad. Esto tiende a dejar a muchos resentidos en el camino, generando un mal ambiente para los empresarios.
Esta filosofía es la inspiración del extraordinario libro de John Mackey y Raj Sisodia titulado Conscious Capitalism, basado en la experiencia del autor con el desarrollo de la empresa Whole Foods en EE. UU., donde un hippie inconforme con el capitalismo tradicional, desarrolla una exitosa empresa con un claro propósito: entregar comida sana a una población afectada por la obesidad, pero con un modelo de negocio que pague justamente a los agricultores y le dé sentido de pertenencia a sus trabajadores y accionistas. Desde mi punto de vista, este libro le da el sentido filosófico faltante, a todas las nuevas corrientes sobre responsabilidad social y sostenibilidad, que han venido aflorando.