Debido a su naturaleza, siempre ligada a los sentimientos y situaciones externas al negocio, se cree que las empresas familiares deben prestar especial atención a la prevención de conflictos. Para lograrlo, es útil conocer las razones más comunes que generan este tipo de problemas.
Para los consultores de KPMG, Mario Gómez, director de Servicios de Consultoría, y Wendy Ramírez, gerente de People & Change, el primer inconveniente es el proceso de sucesión, en especial cuando los sucesores entran a trabajar a la empresa, sin que antes se hubiera definido un buen protocolo familiar, "donde no hay reglas claras y se anteponen los intereses personales a los de la familia o los de la empresa".
Aunque esta es la situación más común, todo tipo de desacuerdos se pueden ver exacerbados por otras condiciones que señalan Gómez y Ramírez:
1. Lo que no se mide, no se controla. Por lo general, las empresas familiares carecen de una buena planeación y no tienen indicadores con metas específicas claras, distribuidas en el corto, mediano y largo plazo y sobre sus conceptos más relevantes.
2. La toma de decisiones con alto contenido de sentimiento en detrimento de las políticas formales e institucionales del negocio.
3. Dependencia de un solo individuo (el fundador en la mayoría de los casos) para actuar, ejecutar y supervisar la operación.
4. Otorgar privilegios a los miembros de la familia por encima de la eficiencia y los resultados en el negocio. Esto merma el ánimo de los ejecutivos que no son parte de la familia y los lleva eventualmente a disminuir de manera significativa su rendimiento y empuje, hasta dejar el negocio.
5. Carencia de una estructura organizacional clara ligada a actividades recurrentes, controladas y evaluables.
La identificación y corrección de estos factores de riesgo puede hacer la diferencia a la hora de proteger la operación durante los problemas inevitables que se generan en las familias.