“Sólo triunfa en el mundo quien busca las oportunidades, o las crea, si es que no las encuentra...”
- George Bernard Shaw
Un boxeador, cuando está contra las cuerdas tiene cinco opciones: (1) Atrincherarse, es decir, cubrirse y pasar el temporal tal como se le viene encima, (2) puede “llevarse los golpes”, asumirlos, en el sentido que vienen, haciendo lo que los entrenadores latino americanos llaman güigüi al mejor estilo del aikido, pero también (3) puede contraatacar, cortando los enviones del oponente, o (4) puede huir por los costados, eso sí, siempre con los golpes para no encontrarse con ellos, o también podría (5) poner una rodilla en la lona para recibir el conteo de protección, si no es víctima de la sexta alternativa, caer vencido…
Más que fight or flight
También las empresas y los empresarios se sienten muchas veces contra las cuerdas, sea por un entorno adverso, por la competencia, por un suceso inesperado o por alguna crisis interna. Los americanos hablan del fight or flight como principales opciones, pelear o huir, dicen, pero, en realidad, en cuestión de negocios, cuando el caos nos sobrecoge, también tenemos cinco alternativas que no son precisamente tirar la toalla y estas son:
Pasar el temporal agazapado , tapándose de los golpes, es la manera más pasiva de superar las circunstancias, si es que se logra superarlas. En cuestión de negocios, se trata a veces de recortar gastos al máximo e incluso de meterle capital a la empresa para aguantar, pero no siempre se logra así mantenerse a flote. En efecto, hacer nada es muchas veces lo peor que puedes hacer…
Pasar los golpes es trabajar con las circunstancias, significa vender paraguas en plena tempestad, eso es, ofrecer productos y servicios para ayudar a nuestros clientes a enfrentar la crisis si es que también a ellos les afecta. En materia de seguros, por ejemplo, es vender programas de contención de costos más allá de las pólizas. Es cuestión de adaptarse y aprovechar las oportunidades que genere la crisis.
Contraatacar es salirle al paso a esas circunstancias y crear oportunidades cuando estas sean escasas o cuando más bien las amenazas nos arropen, es ampliar o abrir nuevos mercados, es incluir nuevas líneas o negocios alternos, yendo contra el viento, no con él. Un restaurante puede comenzar un servicio de catering para fiestas y eventos fuera de su local, no dentro de este.
Huir es también una opción, pero así no se gana la pelea, y significa siempre un costo de desmontaje, no solo por las inversiones que se hayan hecho, sino por las relaciones que se han cultivado y que quizás no podríamos empacar con el resto del equipaje. Incluso, en materia personal y familiar, la huida es siempre dolorosa, y costosa, amén del riesgo que siempre implica comenzar de nuevo en otros horizontes.
Buscar un segundo aire es muy común en los Estados Unidos, donde las leyes ofrecen protecciones especiales a aquellas personas o empresas que pasan por un mal momento ( Chapter 11 de la Ley de Bancarrota). El boxeador que pone la rodilla en la lona para lograr un conteo de protección se quita al oponente de encima. Si bien le cuesta el round por dos puntos, que quizás ya habría perdido por uno, sobrevive el momento. Volviendo a los negocios, esto puede significar negociar con proveedores y acreedores para extender mejores términos de pago cuando simplemente no hay flujo de caja para hacer frente a las deudas.
Las opciones pueden combinarse. Invertir en el mismo negocio afuera no es huir sino crear oportunidades más allá de las fronteras. Y las medidas de ahorro que puedan adoptarse son siempre buena compañía, particularmente, cuando optamos por ir con la corriente y adaptar nuestra oferta a las circunstancias. Lanzar un gran evento para hablar de bancarrota no parece lo más apropiado, por ejemplo.
Nuestros países han pasado por sus crisis. La invasión de Panamá es historia reciente y lo que vive Venezuela hoy es agobiante: una inflación sobre el 10% mensual, proyectada entre 120% y 130% para 2015, una caída en el PIB entre el -7% y el -7,5% por el FMI, un mosaico cambiario aberrante, donde el cambio oficial es de Bs. 6,30 por dólar pero en la calle alcanza hasta más de Bs. 440, amén de unos niveles de desabastecimiento que superan el 80% en diferentes rubros como la leche, las medicinas, partes y repuestos, y hasta los vehículos. Ir al supermercado y no conseguir café desde noviembre de 2014 es algo que ni panameños ni costarricenses comprenden.
Ningún plan de contingencia pudo prever semejante catástrofe, ni cuán prolongada sería esta crisis. Lo importante es, ante la adversidad, no darse por vencido y mantener los ojos abiertos, como mínimo, llevándose los golpes para no asimilar el castigo en seco, sin atenuarlo, y, particularmente, porque siempre el oponente, en materia de combate, así como las circunstancias, en los negocios, en algún momento, abrirán un espacio para contraatacar o para salirse por los costados. Si cerramos los ojos, no veremos las oportunidades que nos pasan por delante.