La sed por líderes es cada vez mayor en todo el mundo. La necesidad de personas que se entreguen a una causa por el bien de los pueblos es cada vez mayor, ya que el servicio a los demás sin interés, se podría decir que es casi una pieza de museo.
Para satisfacer esta necesidad, desde hace varios años diversas organizaciones, institutos, universidades y bancos se han dado a la caza de estos talentos. Sin embargo, observando esta tendencia, pareciera que se convirtió en un concurso de perfección en liderazgo, donde se hace de esta necesidad un show de medios y redes sociales con proporciones de un certamen de belleza.
Algunas universidades, escuelas de negocios y ONGs, quieren forma gerentes con liderazgo, agentes de cambio, líderes innovadores, sin embargo en esta ilustre misión se pierden en el glamour, donde la foto con el presidente pesa más que la acción por una sociedad más equilibrada.
Muchos de los candidatos, son amigos de los amigos de los conocidos, que tienen alguna que otra influencia o cuentan con pedigree. Por otro lado, los participantes en Mister & Ms. Liderazgo, se toman fotos o selfies en la playa, haciendo yoga, en algún lugar exótico leyendo o pensado en el futuro de una sociedad responsable e inclusiva, y una que otra foto pintando una escuelita o dando una charla con sus camisetas polo para la ocasión, mientras los beneficiarios de su gesto se preguntan si habrá para comer más tarde. En sí la foto no es buena o mala, sino que ésta sea el incentivo por excelencia.
Otro elemento interesante de esta tendencia, es cuando realmente se necesita trabajar de forma ardua en beneficio de alguna noble causa, donde no hay fotos, ni medios, y las redes sociales no cuenta, el incentivo se pierde en las apretadas agendas de los Mister & Ms. líderes, que deben tomar un avión para la próxima reunión que salvará el mundo.
A pesar de esto –si se abren bien los ojos– se pueden ver líderes genuinos en nuestras calles y alrededor del mundo. La madre que saca a sus hijos adelante en ausencia de un padre por los motivos que fueran. El padre que trabaja de manera incansable y a pesar de su jornada llega a casa a jugar con sus hijos. Nuestro compañero de trabajo que a pesar de su carga de trabajo siempre tiene tiempo para ayudarnos en nuestras labores. La mujer que decide tener a su bebé a pesar de las condiciones adversas que se le presentan. Muchos otros, que arriesgan su trabajo o vida, sin importar retribución alguna, más que el sentimiento de satisfacción de servir a los demás.
No hay que perder la esperanza por los líderes de antaño, que pueden renacer hoy con la firme convicción del servicio sin más, si realmente los valores del servicio existen dentro de ese innovador social.